Vamos de camino a la reserva en la que crecí y de la que hace un tiempo me fui para buscar mi felicidad.
Apenas tuvimos tiempo de hacer una pequeña maleta y llegar hasta el aeropuerto. Del viaje no me puedo quejar ya que es mi jet privado en el que estamos viajando. El viaje ha sido silencioso y la verdad es que lo agradezco. Mi mente necesita pensar en todas esas veces en las que mi madre me pidió que volviera, que mi padre necesitaba descansar. Pero mi respuesta siempre fue la misma. Ahora me siento culpable de no haber ido cuando aún no era tarde. Pude haber cambiado el destino, quizás es mi culpa que él haya muerto. —Puedo apostar que en este momento te estás culpando por lo que pasó. –dice y me obliga a mirarla. Su vista está fija en la ventana, observando el cielo. —¿Por qué dices eso? —Porque conozco esa mirada Iktan, sé cómo se siente perder a alguien y luego cuestionarte por no haber hecho algo para evitarlo. Comienzas a pensar si cualquiera de tus acciones pasadas pudo haber cambiado el rumbo de lo que sucedió. —¿Te ocurrió a ti? —Durante un tiempo viví con mi padre. Él y mamá se separaron cuando yo era adolescente, pasaba temporadas con él y otras con ella. No le digas a nadie pero yo prefería estar con mi padre, él era el hombre más pacífico del mundo y esa paz me hacía sentir también tranquila. —Prometo guardar el secreto. –asegura y me deja continuar. —Ese día, cuando él murió, mis amigas me habían invitado a salir a bailar con ellas. Yo no quería dejar a mi padre solo porque días atrás ya lo había notado extraño, sin embargo él me convenció de ir. Jamás podía negarme a su mirada tierna así que acepté salir con ellas. »Ese día recuerdo que me divertí muchísimo, no había tenido un día así desde que ellos se separaron. Pero entonces todo se fue al carajo cuando volví a casa, él ya estaba sin vida, en su sofá favorito. »Según su autopista mi padre murió de un infarto mientras dormía. Pero no solo reveló eso. Mi padre tenía una enfermedad terminal y jamás me dijo. Por mucho tiempo me culpé por no haber estado ahí. »Pensando una y otra vez lo mismo. Culpandome por no haber estado ahí. Yo habría podido evitar eso sí tan solo me hubiese quedado en casa esa noche. —Pero no fue tu culpa, Aura. Eras joven, estabas pasando por una situación complicada con su separación. —Me costó muchísimo entenderlo, incluso ahora cuando lo recuerdo pienso en que hubiera pasado si esa noche haya decidido quedarme. Quizás igual él hubiese muerto y yo estaría sufriendo más por haberlo visto. Así que sea lo que sea que estés pensando espero que no sea por culpa. —De hecho lo es, mi madre quería que yo regresara a casa para hacerme cargo de...bueno, me negué a pesar de que ella me pidió reemplazar a mi padre en esas actividades. »Yo no quería irme Aura porque estaba buscando algo importante antes de hacerlo. Y ahora me siento culpable por haber sido un egoísta, por pensar solo en mi. —No es tu culpa Iktan, la vida es tan extraña que no sabemos en realidad en qué momento dejaremos de vivirla. Es normal querer buscar nuestra propia felicidad, nuestros padres ya tuvieron la suya. —En mi familia todo es diferente Aura, tú madre encontró a alguien más pero, mi madre será incapaz de reemplazar a mi padre, nosotros amamos a una sola persona en la vida, si ella muere, se va y nos deja, nosotros la seguiremos amando hasta morir. —Eso no es muy actual de su parte. ¿De dónde vienen? —Estoy seguro que cuando veas el lugar donde crecí, entiendas de qué hablo. –señalo y ella asiente sonriendo. Realmente espero que comprenda un poco de mi familia y que mi madre entienda porque ella viene conmigo a un momento tan doloroso. *** —Tienes que estarme jodiendo Iktan. –murmura cuando observa las grandes puertas de la reserva. Dos grandes puertas de madera adornadas con letras doradas se levantan sobre nosotros. Golden Spears se lee y a mí se me pone la piel de gallina. —¿Estás lista para conocer el lugar en el que crecí? —Ahora no estoy tan segura. Me hace sentir en una película de...olvídalo. Tomo su mano al sentirla más nerviosa que de costumbre y ella solo aferra sus dedos a los míos cosa que me pone feliz. —Mientras yo esté aquí nada malo va a suceder, lo prometo. —De acuerdo. Pido que abran las puertas y todos hacen reverencia ante mi mientras paso. Un coche ya nos espera para llevarnos hasta la casa de mi madre. Es de noche ya y por eso la reserva luce tan espeluznante. Espero que mañana ella vea la belleza que hay aquí a pesar del dolor que siento. Toda la manada llora la partida del alfa y todos ahora saben que estoy aquí y que no estoy solo. No quiero dar tantas explicaciones pero deberé hacerlas. —Esto es...no tengo idea de que es este lugar Iktan. —Es la reserva en la que nací y crecí. Llena de belleza y algunos animales salvajes. —¿Salvajes? –cuestiona y se aferra de mi cuerpo. —Mapaches ladrones. Ya te dije que no te va a pasar nada mientras yo esté aquí. ¿Confías en mí? —¿Aún necesitas respuesta? Estoy a kilómetros y kilómetros de mi hogar con un hombre al que conocí hace dos días. Si no confiara en ti no habría venido ni loca. —Gracias por confiar en mi. Aura. —Solo no me dejes sola Iktan. –me pide y mi bestia se regocija en esas palabras. —Jamás te dejaré sola, bella Aura. Primero muero antes de soltarte. —Algo me dice que eres de los hombres cursis. —Y algo me dice que eres de las mujeres a las que no les gustan. Ella sonríe y niega con la cabeza. —Estas en lo correcto, pero tú tienes algo a favor. —¿Y qué es? —Que a ti te queda bien el papel de jefe cursi y me gusta. –confiesa con tanta naturalidad sin saber que a mí me enciende el corazón y lo pone a latir al mil por hora. Morir justo ahora tomado de su mano después de esa declaración no suena mal.