Damon
No he dormido en toda la noche. Acostado junto a Alina, examino cada respiración, cada movimiento de su cuerpo. Ella está acurrucada contra mí, su respiración es tranquila, pero siento esa tensión bajo su piel. Esa marca oscura a lo largo de su cuello pulsa débilmente, un resplandor negro bajo su piel diáfana.
Caelan.
Ese hijo de perra ha dejado su huella en ella. Cree que le pertenece. Piensa que puede reclamarla.
Voy a matarlo.
Mi mano se aprieta alrededor de su cintura, mis garras rozando su piel desnuda. Alina suspira en su sueño, y de inmediato suelto la presión, acariciando suavemente su espalda para calmar la tensión en mis músculos. Debo calmarme. Si pierdo el control ahora, podría lastimarla.
Sus párpados se estremecen, y sus pestañas se abren lentamente. Su mirada confusa se posa en mí, y una débil sonrisa ilumina su rostro.
— Damon… murmura.
— Estoy aquí.
Ella se incorpora un poco, su rostro a unos centímetros del mío. Sus dedos delicados rozan mi mejilla, trazando la