La pregunta horrorizó a Evie y sacudió con rapidez su cabeza.
—¡Ay, no, doctor, claro que no! —exclamó.
—¿Era otro novio?
—Sí, se llama Davison, para ese momento habíamos comenzado una relación y estábamos pensando en casarnos —confesó la mujer—. Yo no sería capaz de serle infiel a mi esposo. Gracias a Dios para cuando conocí a Adam no había visto a Jairo, tenía entendido que se había casado y eso me tranquilizaba, porque tenía la esperanza de que no me iba a buscar más. Pero… —Su mirada volvió a ensombrecerse—. Como le he contado, doctor, le fui infiel a la pareja que tenía en ese momento. Y debo confesarle que en ese momento me gustó mucho, me gustó el placer que sentí al hacer cosas malas. —Se creó un momento de silencio punzante—. Cuan