Hola, preciosa

Ameline despertó más que cómoda en el nuevo colchón que había comprado, se bañó en el patio trasero de su casita y luego se puso su ropa nueva y bonita.

Miró complacida su ropa, pero luego frunció el ceño al ver la casita abandonada y maltrecha en donde vivía la mayor parte de la semana, viendo los agujeros en el techo y las paredes, además de toda la madera podrida.

Quizás debía pensar en abandonar su casita y alquilar algo, pero… los alquileres estaban demasiado caros, el dinero se le esfumaría muy rápido, prefería ahorrar lo más posible para comida, y podría intentar reparar y mejorar la casita, ya había comprado el colchón, eso era una gran mejora al almohadón grande en el que solía dormir.

Aunque…

Miró a la caja de zapatos donde tenía las joyas que le había robado a Seth.

—Necesito encontrar dónde vender esto —murmuró para sí misma.

Era lo suficientemente lista para saber que no debía venderlo en ninguna tienda oficial, podrían alertar a Seth y encarcelarla. Debía encontrar a alguien que estuviera dispuesto a pagar mucho, pero que no fuera a delatarla. Alguien que no fuera muy “amante de la ley” que se diga.

Quizás, si conseguía mucho más dinero por esas joyas, entonces podría permitirse el alquilar algo y pagar para educarse, aprender a leer y escribir (o incluso obtener el título de primaria y secundaria completa) y así aspirar a conseguir algún trabajo digno.

Esta podría ser su oportunidad para dejar de vivir en la calle… para volver a tener una vida digna, como cuando era una niña…

Sonrió esperanzada y tomó un puñado de dinero y salió para ir a visitar a su restaurante favorito.

Estos últimos días desde que le robó a Seth se había dado el lujo de comer en otros restaurantes, probando comidas que siempre le hicieron ilusión, pero ahora quería darle una sorpresa al dueño de su restaurante favorito.

—Lini, ¿dónde habías estado? —preguntó Kato al verla—. Pensé que te pasó algo…

—Me pasó algo, pero algo bueno. —Sonrió contenta, sentándose en un taburete de la barra donde se retiraban los pedidos para llevar—. ¿Por qué esa cara preocupada? Nunca antes te habías preocupado por mí. ¿Acaso el cascarrabias de Kato tiene corazón? —Rio.

—Si no me preocupara que murieras de hambre, no te daría comida gratis, niña. —La miró mal, pero luego suspiró, mirando nerviosamente a los alrededores—. De todos modos, ¿qué haces sentada ahí? Sabes que no puedes comer adentro, te doy tu comida y te vas. Aunque… te veo mejor vestida de lo normal.

—Hoy comeré adentro. —Le guiñó un ojo, antes de sacar un buen puñado de billetes—. Y hoy te pediré tu mejor platillo, y pagaré cada centavo. —Lo miró contenta.

Sin embargo, Kato de repente pareció asustado, volviendo a mirar a los alrededores.

—Lini… ¿de dónde sacaste eso?

—¿Qué importa? —Encogió los hombros—. ¿Qué pasa? Normalmente te pones feliz cuando puedo pagarte.

Kato negó con la cabeza, volviendo a mirar de un lado a otro.

—No quería creer que fueras tú… pero parece que sí…

—¿De qué estás hablando?

—Lini, sabes que este barrio es peligroso, no por nada indigentes como tú abundan. Pero ¿por qué crees que sigo aquí? Es porque pagó por protección.

—¿Qué?

—Hay una mafia de buen renombre que vale la pena pagar, no te extorsionan, no cobran demasiado y casi nunca aumentan sus tarifas, y lo pagó porque puedo permitírmelo, y en verdad me han salvado el negocio varias veces.

—Oh… vaya… —No estaba segura de qué decir a eso.

—Hace un par de días, los que cuidan mi negocio vinieron y me enseñaron un dibujo de una chica muy parecida a ti… me dijeron que la estaban buscando por robarle a su jefe. —Ameline palideció, jadeando.

¿No podía ser Seth… verdad?

—No dije nada porque te tengo cariño, niña, pero no pondré las manos en el fuego por ti. —Comenzó a preparar a toda velocidad su pedido—. Puedes seguir viniendo si quieres, te daré comida ya sea que la pagues o no, mientras no sea todos los días, ya conoces nuestro trato, pero te advierto que no te conviene quedarte mucho tiempo… porque estoy seguro de que te buscan a ti, Lini.

Ameline se llevó las manos al rostro, llena de pánico.

¿De verdad tuvo tan mala suerte como para robarle justamente a un hombre super importante que iba a buscarla no con la policía, sino con los matones que abundaban en el barrio pobre y horrible en el que vivía?

Kato preparó su pedido y lo dejó frente a ella, embolsado y listo para llevar.

—Será mejor que te escondas, o mejor, que te vayas de la ciudad, no estoy seguro de a quién hiciste enojar, pero por tu cara sé que sabes perfectamente que sí eres tú a la que buscan, y sabes que metiste la pata a lo grande, así que… te recomendaría desaparecer.

—¿Q-qué tal si pido perdón y devuelvo lo que robe? —preguntó casi hiperventilando, asustada.

—Esta gente no suele ser del tipo que acepta una simple disculpa… Dios santo, Lini, ¿qué demonios robaste?

—S-solo algunas joyas… —Sus ojos se aguaron.

—Primera lección, niña: no te metas con los de arriba. Los pobres miserables de abajo nos podemos robar y matar entre nosotros todo el tiempo sin que pase nada, pero cuando alguien de aquí abajo toca a alguien de allá arriba, ahí se desata el infierno… Aprende y trata de no morir ahora, me agradas, así que no diré nada, pero en serio deberías irte.

Ameline asintió, frotándose los ojos, tomando su comida y dejando todo el dinero que tenía con ella en manos de Kato.

—G-gracias…

Él ablandó su mirada.

—Espero verte otra vez, niña…

Ella no dijo nada más, simplemente fue casi corriendo de regreso a su casita.

Comió desanimada y triste, pensando en Seth, en lo ingenua que fue al creer que él era un simple niño rico idiota.

“Ningún simple niño rico idiota podría haberme dado una noche tan satisfactoria”, pensó con una sonrisa irónica. “Por supuesto que tenía que ser el líder de una mafia, maldición”.

Triste, terminó de comer y de inmediato comenzó a empacar todas sus pocas pertenencias, planeando tomar el tren para irse a otra ciudad y luego comprar algún boleto de avión para algún país lejano donde ojalá Seth no pudiera encontrarla.

Mientras terminaba de empacar, de repente tocaron a su puerta y se estremeció con miedo, tomando rápidamente su navaja y pegándose a la pared, temblando.

—¿Lini, querida? —Al escuchar la voz de Betty, su amiga que trabajaba como prostituta y la había salvado de terminar igual que ella. Ameline suspiró aliviada y de inmediato le abrió la puerta—. Que bueno verte, cielo, ¿cómo estás?

—Este… realmente no es un buen momento —admitió con algo de vergüenza—. Metí la pata, Bet… hasta el fondo.

—Pero ¿qué pasó? —La miró preocupada—. Cuéntamelo todo, anda. —Entró a su casita y ambas se sentaron en el suelo.

Lini comenzó a contarle todo, y Betty la escuchó atentamente, asintiendo con rostro serio, sin hablar, como si no se atreviera a interrumpirla.

—Creí que no le importaría perder un par de joyas, o que si me denunciaba la policía no haría mucho, porque nunca hacen mucho en este barrio pobre, pero… Seth resultó ser un pez mucho más gordo de lo que nunca habría podido esperar. —La miró con temor—. Y ahora me quiere muerta. D-Dios mío, Bet… podría capturarme y torturarme, hacerme cosas horribles… —Se llevó las manos al rostro—. Estoy asustada.

—Te entiendo, Linita. —Betty tomó sus manos cariñosamente entre las suyas enguantadas en seda—. Tienes razón en que debes irte, pero creo que sería muy imprudente que tomes el tren, ellos bien podrían vigilarlo también. Lo mejor es irse en auto, por más poderoso que sea ese hombre, no puede controlar todas las rutas.

—P-pero yo no tengo auto… ni licencia…

—Con el dinero que le robaste, alquilamos uno, que no pensamos devolver, claro. —Le guiñó un ojo—. Y yo conduzco, me voy contigo, no es como que a Donny le importe mucho para este punto, ya no soy tan joven, no produzco tanto dinero como antes.

—¿Harías eso por mí, Bet? —La miró conmovida.

—Claro, Lini… Vámonos mañana a primera hora. Ahora mismo, sin embargo, creo que lo mejor es dormir un poco, estás demasiado tensa, tienes que relajarte.

—Tienes razón. —Suspiró temblorosamente, pero luego se relajó y sonrió—. Dormiré.

Ambas se recostaron en el nuevo colchón y Lini no tardó nada en dejar que el sueño la envolviera rápidamente.

Ameline se despertó bruscamente cuando patearon su puerta, pero le tomó un tiempo que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad de la madrugada, pero para cuando pudo ver bien, le colocaron una venda en los ojos de inmediato y la arrastraron lejos de su celda.

Intentó gritar el nombre de Betty, pero los secuestradores no le dieron tiempo a nada, simplemente la sacaron a la fuerza y la tiraron bruscamente al asiento trasero de un auto.

Estuvo temblando de miedo la media hora que les tomó finalmente llegar a su destino, y entonces la sacaron bruscamente y la metieron en una casa, ¿una mansión, quizás? Daba igual, porque la llevaron por varias escaleras y para cuando le quitaron la venda ella se dio cuenta de que ahora estaba en una especie de celda.

Había un solo foco de luz muy pobre apenas iluminando la habitación, y a Lini le tomó un momento ajustar su visión para discernir a las tres personas delante de ella.

Eran tres hombres, dos desconocidos, probablemente los que la secuestraron, pero el tercero… era Seth.

Él se inclinó hacia ella con una sonrisa arrogante, amenazante y peligrosa.

—Hola, preciosa. —Acarició su cabeza como si fuera un maldito perro—. Eres más bella de lo que recordaba, no quisiera matarte… así que, si quieres vivir, dime: ¿dónde está mi reloj?

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