Que Seth hubiera regresado traía muchos cambios, entre ellos, que ya no era necesario llamarlo para pedir permiso para salir. No, ahora debía ir en persona a pedirle el permiso.
Ameline caminaba por el pasillo de la mansión con sus pasos resonando en el suelo pulido cada uno más pesado que el anterior. Su corazón latía con fuerza, una mezcla de nervios y determinación mientras se acercaba a la oficina de Seth.
"Solo es pedirle permiso para salir con las chicas, nada más" pensó, pero la idea de enfrentarlo después de lo que pasó en su habitación la hacía sentir demasiado vulnerable.
Su mano descansó en su vientre, el bulto de seis meses recordándole que el tiempo se agotaba. El plan con la prueba de paternidad, el soborno al médico, todo, todo, todo dependía de mantener a Seth confiado, de no levantar sospechas. Pero su calidez, esa maldita sonrisa que le había dado al irse, seguía rondándole la cabeza, amenazando con debilitar su resolución.
"No puedo dejar que me afecte. No desp