Partir a Italia

Luego de intercambiar miradas con Andrea, ambas fijamos nuestros ojos en Leonel.

—Tal vez les parezca poco tiempo, pero les comento que mi empresa es una de las mejores constructoras en Italia, cualquiera desearía trabajar en ella y no todos los días se presentan estas oportunidades. Además, el proyecto debe de iniciar lo antes posible, y ya lo he atrasado por lo sucedido—

Con esto termina la conversación, Leonel se ofrece a llevarnos a casa, Andrea no acepta pues vive a unas calles del café, esta vez llegó en auto y no trae escoltas, solo su chófer, que es un hombre de aproximadamente unos treinta años de complexión delgada, a quien le doy la dirección de mi casa.

—Gracias por llevarme— suelto con un gesto sincero

—No hay de que— responde Leonel

—De hecho—

Me mira con una sonrisa del lado

—El llevarte a casa fue más un pretexto para convivir un poco más contigo y conocerte— Expresa de una forma, tan natural como si estuviera dando la hora.

—Conocerme ¿a mí? — le digo con voz queda

—¿Y por qué no? — cuestiona

—¿y por qué sí? — respondo con otra pregunta

—Eres muy bella— se encoge de hombros

—Se que lo de tus padres es un tema reciente y no espero tener una respuesta en este momento, tampoco quiero que me mal entiendas y creas que todo lo del proyecto es solo alguna artimaña para aprovecharme de ti. No espero una respuesta ahora, pero me gustaría conocerte y ¿por qué no? tener más que una amistad contigo— cada palabra que menciona la expresa con mucha seguridad, puedo notar que es un hombre acostumbrado a obtener lo que quiere y creo que está logrando llamar mi atención.

Estoy demasiado sorprendida por sus palabras que no me doy cuenta de que hemos llegado a mi casa, hasta que se detiene el auto

—Llegamos— digo estúpidamente incapaz de decir alguna otra cosa.

—Piensa en lo del proyecto y también en lo que te dije hace un momento— abro la puerta del vehículo y salgo de él, lo miro para agradecer nuevamente y este me da una sonrisa para después indicar al chófer que ponga el auto en marcha.

¿Que acaba de ocurrir? me digo a mí misma mientras saco las llaves para abrir la puerta.

Andrea y yo decidimos aceptar la propuesta de Leonel, ninguna de las dos tenía algo en específico por lo cual quedarse. Ya no teníamos familia y era hora de regresar al mundo, de salir de aquella burbuja de soledad y llanto, algo demasiado complicado, pero muy necesario. 

No comenté a Andrea sobre el asunto de Matías, pensé que era mejor que nadie más lo supiera, no sabía si en algún momento alguien intentaría matarme, esa también era una razón para irme, así que tomamos nuestras cosas y partimos a Italia. Llegamos a una pequeña casa la cual decidimos compartir para no sentirnos solas. Transcurrieron los meses y a un año y medio de la tragedia, todo iba viento en popa con el proyecto, que era un club campestre, Andrea junto con otros arquitectos trabajaron en las locaciones y yo me dedique al diseño de los jardines y terrazas junto con mi equipo. 

Leonel no quitó el dedo del renglón en cuanto a salir conmigo, así que decidí que tal vez si era buena idea eso de conocernos. 

—¿aun estás despierta? — susurra Andrea del otro lado de la puerta de mi habitación, siendo casi media noche 

—aun lo estoy ¿pasa algo? — le respondo al tiempo que me levanto para abrirle  

—Me gusta Luis— dice rápidamente con un encogimiento de hombros — Lo sé— le respondo de la misma forma

—Bueno si, acepto que soy un poco obvia, pero es que es guapísimo—Suelta emocionada

—Tiene un lindo trasero— digo con un tono burlón  

— y es bueno en la cama— me responde Andrea levantando una ceja y con un tono pícaro

—Espera ¿Cuándo es que tuvieron sexo? — cuestiono asombrada

—Ayer por la tarde, mientras tú estabas en la junta con los señores Costa y dime ¿Cuándo tendrás sexo con Leonel?— Suelta elevando una ceja.

—Andrea por favor— la callo antes de que diga alguna otra cosa 

—¿Que? Tampoco es que seas virgen y debas esperar hasta que se casen— replica

—Lo sé tonta, no niego que me gusta y claro que he pensado en cómo sería el sexo con él, pero se me hace extraño, digo, nos ha ayudado demasiado ¿Y si no funciona? con que cara lo veré después— digo preocupada 

—Solo hazlo y verás que sucede— culmina. 

Al siguiente día después del trabajo salgo a comer con Leonel, me coloco un vestido rosa pálido y zapatos altos color blanco. Él es el tipo de hombre a quien todas voltean a ver, es alto y muy varonil, aún que con ese toque gentil. Llegó por mí con una vestimenta un poco más casual, un tanto extraño en él, que siempre está de traje. 

—Te ves muy bonita— comenta detallandome con la mirada, lo cual me hace enrojecer 

—Tú te ves muy bien— respondo con una sonrisa. Vamos a comer a un buen restaurante y después vamos a un club a beber algo. Comenzamos a bailar, la tensión sexual era obvia, cada movimiento hacía que me pegará cada vez más a su cuerpo, me deje llevar y en un momento sus labios estaban sobre los míos, sentí el calor que emanaba su aliento fresco mezclado con el licor que había estado bebiendo.

—¿Te parece si nos vamos? — Cuestiona luego de terminar el beso y yo asiento embelesada.

—¿A dónde vamos? — cuestiono tratando de ocultar mis tontos nervios, pensando en que es tarde y se lo que eso significa.

—A mi casa— responde con una leve sonrisa mientras conduce sin voltear a verme. 

Su casa es una mansión enorme, al entrar pude ver un gran jardín y una piscina, discretamente la recorro con la mirada. Después se acerca a nosotros una mujer de unos 30 años 

—Buenas noches, señor, señorita— saluda con una sonrisa a Leonel que rápidamente se desvanece cuando voltea a verme.

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