Punto de vista de Julia
Era una tarde como cualquier otra, o al menos eso pensaba al principio. El sonido familiar del supermercado, el ir y venir de los clientes, el ruido constante de las cajas registradoras, las risas entre los empleados… Nada me preparó para lo que estaba a punto de suceder. Mi mente no alcanzaba a comprender lo que se estaba fraguando en ese preciso instante. Pero cuando entró aquel cliente, su rostro tenso, sus ojos llenos de miedo… su voz cortante, como si el aire se hubiera espesado de golpe, llegó hasta mis oídos.
—Los patrulleros se están reuniendo en el bosque. Ha habido un atentado, un ataque de cazadores…
Mis manos, congeladas en el mostrador, no pudieron moverse. Mis padres. Mi hija. ¿Qué estaba pasando allí? Mis piernas temblaron y mi mente se nubló.
No podía esperar más. El miedo se disparó como una llamarada feroz, llenando cada rincón de mi cuerpo. No podía quedarme allí, no podía seguir entre las luces artificiales del supermercado mientras algo te