El destierro

El demonio de un lobo

Capítulo 4

Melinda Milet.

Mientras que Neptuno caminaba por aquel campamento base, el cual había sido asignado para resolver los conflictos que surgieron después de haber acabado la guerra.

—El cielo no te dará las respuestas que buscas muchacho… —una voz amigable y familiar para el lobo se hacía presente, Merlín estaba a su lado caminando con él.

—Merlín, hace bastante tiempo que no te veía —le saludo cálidamente Neptuno —. Hace tiempo que no era necesario que nos viéramos, ahora todo es distinto joven Neptuno.

—Merlín siento lo de antes, pero si dejaba que ella tomará aquella decisión, justo ahora una guerra o algo peor ya hubiera estallado —Neptuno se disculpó.

—Amigo, entiendo la razón por la cual actuaste de esa manera, ya no eres el pequeño cachorro que conocía en antaño, ahora eres un lobo mucho más grande, más maduro, además de poderoso y aterrador. Eres un hombre que es capaz de cambiar el mundo, lo acabas de hacer frente a mis ojos. No pensé que incluso yo, ¡El gran mago Merlín! No hubiera podido hacer frente tu capacidad de transmitir miedo.

—No es lo que parece, sé muy bien que este poder puede parecer mío… pero no lo es, en realidad solo es algo que me ha dado el mapa.

—Pero, ¿quién tiene el mapa?

—Yo —respondió con melancolía Neptuno.

—Neptuno, ese mapa no solo es poder maligno, por algo se te fue otorgado, además me dijiste que te lo otorgo un ser alado, algo como lo que los humanos llaman ángeles. ¿No es cierto?

—Sí.

—Pues allí está, ¿crees que un ser de luz máxima, enviado por aquel que todo lo escribió, te daría algo que te mataría?

—No, no lo creo.

—Bien, ahora debes de convencerte de esto que me estás diciendo, porque de nada sirve que me lo digas a mí y tú no lo creas —la sabiduría de Merlín era transcendental, y sabía lo que debía decir y como decirlo en un momento específico, para obtener un gran impacto.

—Merlín, ¿crees que deba casarme con la princesa? —Neptuno hizo su pregunta, quería saber la opinión del sabio mago, pero al cabo de unos segundos no escuchó nada, levantó su cabeza y se percató que estaba solo de nuevo, Merlín había desaparecido de nuevo.

“Este viejo, le tengo un gran aprecio, pero odio cada vez que se va y me deja hablando solo”. Pensó Neptuno, pero una voz se escuchó entre los árboles.

—Esa decisión no le corresponde a nadie más que no seas tú. Es tu corazón, son tus decisiones.

—Gracias Merlín —respondió en un susurro Neptuno. Mientras que sabía que Merlín se iba. La noche estaba serena mientras que Neptuno caminaba para aclarar su mente, justo después de unos breves minutos se pudo escuchar algunos ruidos leves, él sabía que algún ser le seguía, pero la distancia era amplia, era de al menos unos tres kilómetros, sabía que él era un lobo porque no hacía mucho ruido, sin embargo para Neptuno era un pequeño sonido que le alertaba de la presencia de alguien más.

—Señor —dijo Mathew mientras que se acercaba a él—, se ha desatado unas nuevas luchas en las colinas de Delirion, hay muchos muertos de varias razas, esto, debido a que los vampiros han hecho una nueva redada. Debemos de viajar de inmediato.

—No, vamos a visitar a la reina, y esperemos que ella dé las órdenes, después de todo no podemos actuar a la ligera, además de saber que clan o grupo de vampiros está realizando estragos es fundamental, y estoy seguro de que no te tenemos ningún informe al respecto.

—No señor, no tenemos ninguna información con respecto a los seres que se están encargando de hacernos daño.

—Bien, pues en ese caso debemos de esperar las decisiones de la reina. Y por cierto, necesito que pongan más vigilancia, siento que hay algunos intrusos en la base, y tengan cuidado, solo se pueden percibir por muy poco —dijo Neptuno, al decirlo él pudo escuchar como alguien huía desde aquel lugar donde antes había escuchado el sonido —. Tengan mucho cuidado por favor.

—Sí señor —respondió Mathew. Se marcharon juntos hasta la parte principal, pero luego de eso, Mathew se separó del Alfa, se dirigió a cumplir las órdenes de la vigilancia.

Neptuno fue a presentarse frente a la reina, mientras que en su mente, un cúmulo de recuerdos se formaba con respecto a aquellos momentos en los cuales ellos estaban juntos, esas memorias eran cada vez más dolorosos, cada uno de ellos estaban haciendo que la mente de Neptuno quisiera explotar en una vorágine de sentimientos.

Llegó frente a ella: —Su majestad, tengo que darle malas noticias.

—Señor Neptuno, espero no ser inoportuna, pero debido a lo sucedido no quiero que siga siendo el general de las fuerzas del Mundo Oculto. No confío en usted para esta labor, tengo miedo de que pueda actuar en mi contra y que además pueda acabar con mi vida.

Neptuno se quedó incrédulo frente a las palabras de Melinda, primero, a pesar de haber estado separados desde hace mucho tiempo nunca le había dicho nada y menos de esta manera.

—Si así lo quieres, me iré. Voy a recoger un par de cosas para terminar de irme de este lugar, espero que la persona que esté a cargo de todo el ejército, haga lo mejor posible para que cada una de las tropas de la rebelión, no ganen ningún territorio —Neptuno quería lograr que cada una de las personas que se dedicaban a querer terminar con el reino, no obtuvieran ninguna victoria, y además de ser el único de los héroes que fue capaz de vencer a seres que iban más allá de las dimensiones ordinarias.

—Eso, ya no es de tu incumbencia. No importa lo que pase con el reino a partir de ahora, o mejor dicho no es de tu incumbencia lo que suceda a partir de este momento —Melinda hablaba con rabia y con dolor, pero todo lo que decía era contundente.

Neptuno solo la miro con tristeza, ya nada de lo que dijera o hiciera, haría que ella cambiara de parecer, hace unos momentos atrás la había hecho congelar de miedo, sabía que no tendría perdón por ello.

—Espero te vayas ahora mismo del campamento, y te recuerdo que ninguno de los hombres es parte de tu ejército, por ende no puedes llevarte a ninguno de ellos. Solo debes de llevarte tus cosas.

—Está bien, pues por varias razones, prefiero que los hombres y mujeres que me han seguido durante esta lucha, se queden en este lugar, defendiendo el mundo en el cual creo. A pesar de que me vaya, quiero que sepas que no me voy a desaparecer del mapa, tendrás noticias de mí a diario —Neptuno le dijo que sin duda alguna iba a estar junto a ella, y junto a su pueblo.

—Eres un enemigo ahora, quiero que lo sepas y lo comprendas. Eres uno de los blancos que ahora se necesitan destruir, ya que pones en riesgo mi reino —Melinda no le miraba al rostro, estaba segura de que esto era doloroso para los dos, pero era un hombre peligroso para ella, además de amenazarla, podía quitarle su corona cuando quisiese.

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