"El poder que sellamos es el Caos puro. No puede ser domesticado. Solo puede corromper y consumir.”

“La historia es clara. Tu propuesta no es solo imprudente, es una traición a la memoria de quienes se sacrificaron para asegurar esta frágil paz.”

"Te prohíbo terminantemente continuar esta línea de investigación. Estás jugando con el destino mismo de Aethel.”

El rechazo público fue una humillación que le dolió más que una herida física.

Valerius no lo vio como un castigo merecido, sino como la confirmación de la debilidad cobarde del Consejo.

"Miedo. Solo miedo a la grandeza," pensó mientras salía de la sala, sintiendo el peso de los ojos sobre él.

Su idealismo se torció en un rencor amargo. Si la generación anterior temía la verdadera grandeza y el precio del progreso, él la forzaría sobre ellos.

La semilla de la duda germinó en una convicción fría: Valerius era el único capaz de liderar la nueva Aethel.

El statu quo de falsa paz y estancamiento debía ser destruido por completo, sin p