3. ¡Estás despedida!

Haber ido nuevamente a casa de los Montgomery había sido una total pesadilla, sin embargo esa vez estaba preparada y gracias a Dios, la reunión fue mucho más corta que la anterior, pero igual de reveladora.

Ese hombre, su padre, había pensado en Dan, en sus estudios. Había dividido el dinero que le dejó y metido una parte en un fideicomiso que solo se podría usar para los estudios de su niño.

Por primera vez sintió nostalgia por no haberlo conocido, al menos para poder darle las gracias.

Por otro lado también estaba sorprendida por el cambio de actitud que había mostrado Nathaniel.

A diferencia de la primera vez, se ofreció a enseñarle la empresa al día siguiente, pues ese era otro de los condicionantes del testamento: para tener acceso a lo que le dejaron, debía aceptar su lugar en la empresa.

Maggie no sabía qué era lo que tenía ese hombre que hacía que ella no pudiera alejar sus ojos de él, quizás se deba a que ella nunca había visto un hombre tan imponente y atractivo antes.

Cuando vio el letrero del restaurante enfrente de ella se dio cuenta de que había llegado con el tiempo demasiado justo. Muy cerca de estar retrasada, lo que no le hizo ni un poco de gracia a su jefe que no había demorado en insultarla y , como siempre, amenazarla con dejarla sin empleo.

—Más te vale que no se vuelva a repetir, linda Maggie, porque por mucho que me guste ver tu lindo trasero moviéndose de aquí para acá, no voy a dudar en sacarte a patadas.

El acoso había sido un agregado del último mes, antes simplemente eran maltratos verbales, y ella estaba muy cerca de llegar a su límite.

—No va a repetirse, señor Luján.

El tipo le dio una última mirada antes de finalmente dar media vuelta y regresar a su oficina.

Maggie tomó un respiro profundo para ahuyentar las enormes ganas de llorar que sentía y cuando pudo calmarse salió a atender.

El restaurante no era el más elegante ni mucho menos, pero debía admitir que la comida era muy buena, por lo que solían venir algunos clientes que se veían adinerados, uno en especial llevaba yendo ya unas semanas y siempre intentaba coquetearle.

Si su vida no fuera tan inestable, ella habría podido voltear a verlo, pues el hombre no estaba nada mal. No era tan atractivo como Nathaniel, claro, pero… ¡Un momento! ¿Qué hacía ella pensando en ese prepotente? 

Sacudiendo la cabeza se obligó a borrar la imagen del castaño de su mente y simplemente ponerse a trabajar. 

Llevaba ya casi medio día caminando de un lado a otro y podía sentir como el agotamiento comenzaba a hacerse presente, en especial porque su desayuno no fue más que una taza de café y galletas saladas, sin embargo todavía le faltaban unos 40 minutos para su descanso.

—Margaret, ha llegado una mesa en tu zona—Gina, una de sus compañeras de trabajo y tal vez la única persona que era su amiga, señaló con la cabeza hacia el lado que le tocaba a ella atender.

—En seguida voy.— tomó uno de los menús que había el barra y su libreta de pedidos antes 

de caminar hacia la mesa.

Desde donde estaba pudo ver que se trataba precisamente del hombre adinerado que había empezado a ir seguido, lo que hizo que una pequeña sonrisa divertida se formara en su rostro.

Mientras se acercaba se fijó que parecía que iba acompañado de otro hombre más, pero no podía verlo bien, pues el restaurante estaba lleno y este estaba dándole la espalda. 

Maggie aceleró el paso para evitar que su jefe la reprendiera y cuando llegó a la mesa esbozó su mejor sonrisa hacia el cliente habitual.

—Buenas tardes, es un gusto tenerlo nuevamente por aquí. Mi nombre es…

—¿Tú? — Esa voz… Maggie se quedó paralizada al escuchar aquella voz que ya había aprendido a diferenciar— ¿Qué estás haciendo tú aquí?

Lentamente giró su rostro encontrándose de frente a la mirada fría y penetrante de Nathaniel Montgomery.

No podía creerlo, de todos los lugares que Mattias podía llevarlo justo había atinado a que fuera el restaurante en el que esa chica trabajaba. Dios, él ni siquiera sabía que era mesera.

Estaba empezando a sentirse enojado, lo único que quería era relajarse por un momento y planear qué mierdas hacer para recuperar su empresa y justo terminó encontrando a la causante de sus problemas.

—Y-Yo trabajo aquí— respondió Maggie dando una leve mirada hacia atrás, lo que hizo que él hiciera lo mismo.

Había un tipo llegando a los 50 que no le quitaba la mirada de encima a Maggie. Cuando se fijó en el que él lo miraba le dio la sonrisa más falsa del mundo antes de alejar la vista.

—¿Se conocen?— la voz sorprendida de Mattias, hizo que él volviera a mirar a su amigo.

Nathaniel frunció el ceño ante la pregunta y respondió de la misma manera.

—¿La conoces tú?

—Soy la mesera que lo atiende cada vez que viene—la voz de Maggie hizo que ambos hombres la miraran—, si aún no saben que ordenar puedo regresar en un momento.

Antes de que ella pudiera alejarse la mano de Nathaniel fue directo a su brazo deteniéndola. Los ojos de Maggie estaban muy abiertos en sorpresa y algo que parecía miedo. No era como si él fuera a golpearla, solo estaba confundido.

—¿Qué haces trabajando en este lugar?

Maggie no entendía la pregunta, ¿es que acaso él pensaba que ella tenía una fortuna escondida en algún lugar? Por Dios, si él incluso estuvo en su apartamento.

—Pues lo acabas de decir, estoy trabajando. Algunas personas necesitamos hacerlo para vivir.— dijo, antes de sutilmente zafarse de su agarre.

Sus palabras parecieron enojar aún más al castaño que ahora tenía la quijada muy apretada mientras la veía. Ella dirigió entonces sus ojos a Mattias, que se había quedado mudo viendo la escena sin saber qué era lo que pasaba.

—¿Vas a querer el especial del día como siempre?

Sin embargo, antes de que pudiera contestar, el gruñido de Nathaniel se hizo presente, consiguiendo que todo el cuerpo de Maggie entrará en tensión.

—No te hagas la listilla conmigo, hoy mismo hemos quedado que empezabas mañana en la empresa, entonces ¿Qué demonios estás haciendo aquí?

Maggie arrugó un poco su nariz antes de contestar, porque aunque lo que él decía era cierto, ella no se atrevía a renunciar aún, pues no sabía cómo sería el pago en ese otro lugar.

Estaba a punto de decir precisamente eso, cuando sintió una presencia en su espalda y antes de siquiera voltear ya sabía de quién se trataba y que lo que vendría no sería bueno.

—Disculpen señores, ¿Están presentando algún problema con el servicio?

Nathaniel no pasó por alto la manera en que Maggie palideció al escuchar al tipo que seguramente era su jefe.

—No, ninguno. Maggie nos está enumerando los platos— ese fue Mattias.

Sin embargo, la pregunta no parecía haber ido dirigida a él, pues el hombre lo estaba viendo fijamente a él.

—No tenemos ningún problema.

El tipo asintió con su cabeza y dio una mirada a la chica que estaba más blanca que un papel, entonces Nathaniel vio como este puso la mano en la cintura de Maggie antes de decir.

—Yo los atenderé, espérame en la barra, querida.

Maggie tragó saliva y puso todo su esfuerzo en no demostrar lo asustada que estaba, pues sabía que el señor Luján no iba a dejarle pasar una sola.

Dando una última mirada a Nathaniel, que no le había quitado los ojos de encima, dio media vuelta y se dirigió hasta la barra, desde donde vio a su jefe tomar el pedido de ambos hombres antes de caminar hacia ella.

Sin embargo ella solo podía ver ese par de ojos negros que no dejaban de seguirla.

Y tal vez fue eso lo que hizo que la sorpresa fuera mayor cuando sintió como la mano de su jefe se apresó con mucha fuerza en su brazo y comenzó a tirar de ella hacia el pasillo donde estaba su oficina.

—¿Qu-Qué sucede?— su voz salió entrecortada y al ver que el hombre no respondía enterró los talones en el suelo frenando así sus pies.

Eso solo hizo que él se sintiera mucho más molesto, porque cuando se giró hacia ella, tenía el rostro encolerizado.

—Te dije que no te dejaría pasar una más— sin darle tiempo a responder, jaló nuevamente su brazo consiguiendo que ella dejara salir un jadeo de dolor.

Sin embargo, antes de que pudiera  avanzar demasiado, una mano gruesa y varonil la tomó de la cintura, segundos antes de que la voz fría y demandante de Nathaniel llenara el lugar.

—Tiene dos segundos para quitar su mano de ella, o las cosas se van a poner muy feas.

Nathaniel no sabía qué era exactamente lo que lo había hecho levantarse y caminar hacia donde el tipo llevaba a Maggie, pero cuando vio la manera en que tiraba de ella a la fuerza, solo pudo actuar.

Los ojos del hombre lo miraban echado chispas.

—Señor, esta no es área autorizada para comensales, le agradezco que vuelva a su mesa.

—Y yo no pienso repetir que la suelte— dijo —A menos que quiera que levante una denuncia por maltrato laboral.

Maggie negó con rapidez al escuchar las palabras de Nathaniel, pero ya era demasiado tarde. Su jefe soltó su brazo y dándole una última mirada lasciva y llena de odio de dijo:

—¡Estás despedida!

Maggie se quedó paralizada en el lugar, sintiendo como su corazón se volaba un latido y sus ojos se llenaban de lágrimas, cuando sintió una mano empujar suavemente su espalda baja, solo entonces fue consciente de que Nathaniel seguía ahí.

Entonces, sintió toda su frustración salir disparada hacia él.

—¿Qué fue lo hiciste? ¡Necesito el trabajo!

Él gruñó nuevamente y acercando su rostro al suyo le dijo.

—Ya tienes un trabajo y te aseguro que soy mucho mejor jefe que ese pedazo de m****a.

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