Capítulo Veintidós; siempre y para siempre.
Siento el viento golpear mi cara y juega con mi cabello. Abro mis brazos y siento por primera vez la libertad abrazarme.
No he parado de sonreír desde que salimos de la casa de Damián y es que está aventura me llena de emoción por qué es la primera vez que salgo sin mis padres o sin Sebastián.
—¿Estás bien allá atrás? –grita por encima del viento Damián y yo me acurruco a su cuerpo y grito un "si" que lo hace sonreír.
Se detiene a la orilla de la carretera y bajo para estirar mis piernas y él hace lo mismo. Me ayuda a quitarme el casco y peina mi cabello con sus manos.
—Estas preciosa. –dice y yo no puedo hacer más que sonreír–, tus mejillas se ven tan rojas, hay que descansar un poco aquí y nos refrescamos. ¿Te parece?
—¿Falta mucho para llegar?
—Algo, por qué nos iremos por el camino menos obvio y haciendo paradas para que conozcas lugares increíbles.
—Me parece muy buena idea. Entonces, ¿a dónde llegamos a descansar?
—A unos kilómetros de aquí hay un lugar precioso, sé que t