—¿Dónde pongo esto, Tania? –cuestiona Antón mientras hace malabares con algunas cajas de suculentas.
—Ponlas en la mesa del fondo por favor Antón y ten cuidado, algunas tienen espinas.
—De acuerdo.
—¿Donde ponemos los listones Tania? –hablan al unisono Elian y Emiliano.
—Junto a los globos y hay que empezar a inflarlos. El que haga más se gana una sorpresa. –aseguro y ambos corren por el lugar gritando felices.
Realmente son dinamita esos dos.
Siento que soy abrazada por la espalda y grito cuando comienzo a dar vueltas. Pongo los pies en en piso y me gira para verlo. Su sonrisa me hace sonreír a mi, me abraza y deja un beso en la punta de mi nariz. Tiene una regla sobre no besarme en los labios cuando los niños estan aquí.
Ellos son demasiado curiosos y les encanta estar vigilando nuestros movimientos a pesar de que Antón ya les explicó que es normal que los enamorados hagan eso.
Por supuesto que nuestra relación no fue secreta por qué para empezar Alexey gritó a todo pulmón qu