El hombre que me salvó
El hombre que me salvó
Por: Key Sandria
1. Muerte a manos llenas

Punto de vista de Aria

— Señorita Green, lamento informarle sobre esto, pero si no tenemos algún donante durante los próximos seis meses, por mucho tiempo —los ojos del Doctor MonteCarlo me miran con demasiada compasión— Usted no sobrevivirá mas tiempo.

Sus palabras me atraviesan como cuchillo. ¿Voy a morir? ¿Moriré a los veinticuatro años?

— ¿No hay lista de espera? —pregunto para que me de una esperanza— ¿No hay algo mas que pueda hacer?

— La agregaré a la lista, pero la espera para un órgano tan vital es demasiado largo. Lo mejor será que busque usted en asilos o algún lugar dónde le puedan brindar esa ayuda. Además, lamento decirle que en este hospital no contamos con lo necesario para esa cirugía, es demasiado costosa y no hay utensilios tan delicados, por demás esta decir que no hay cirujanos.

— ¿Dónde me la pueden hacer? ¿En qué lugar?

— Si me permite, señorita Green, puedo investigar varios lugares para sacar los costos y usted mire cual es el mas accesible, esto lo hago como su amigo, no como doctor. Cualquier cosa que yo pueda hacer para ayudarle, lo haré, señorita Green.

— ¿Cu-cuánto podría salir? 

— Siendo sincero, al ser algo delicado y que debe ser hecho en una clínica privada, puede salirle en más de medio millón.

Las palabras del doctor MonteCarlo me destrozaron. Todos estos últimos cinco años estuve en su tratamiento, me dio palabras de aliento siempre, aún cuando sentía que no podría acabar la universidad, el doctor me dio animo y fuera. Pero ahora, siento que sus palabras me están hundiendo.

Contarles a mis padres fue la peor parte. Pensé que, en esto, yo era la única que iba a sufrir, pero no.

— ¿Pero hay lista de espera? —pregunta mi papá— Si debemos dar dinero para estar en los primeros lugares, lo haremos, Ari.

— Si lo hay, papá —no los quiero ver a sus rostros, me duele demasiado— Pero puede pasar un año para estar dentro de los primeros diez lugares.

— ¿Solo un año? —pregunta mi mamá con esperanza— Eso no es mucho.

— Es que no me han dejado terminar, mamá. Mi enfermedad no está dejando funcionar bien a mi corazón, el doctor MonteCarlo solo me da seis meses de vida, debo tener la cirugía antes de los próximos seis meses.

— ¡¿Qué?! —exclaman los dos.

— ¿Cuánto es el costo por esa cirugía? —pregunta mi mamá demasiado preocupada, puedo verlo en sus ojos, está aguantando las ganas de llorar.

— No lo sé exactamente, pero el doctor MonteCarlo me dijo que mínimo podría salir en medio millón. Pero de verdad que no quiero que se preocupen por mí, no quiero vivir mis últimos meses viendo su estrés por conseguir esa monstruosa cantidad de dinero.

— No te dejaremos morir antes que nosotros, Aria —mi padre está decidido— Haremos lo que tengamos que hacer, pero no dejaremos que eso pase. Nosotros debemos morir antes que tú, es la ley de la naturaleza.

— Papá —no puedo más y me suelto a llorar.

Todo el camino a casa trate de mentalizarme y hacer de cuenta que mi fecha de muerte está decidida, porque al ser una familia de bajos recursos, sabía que conseguir esa cantidad de dinero es imposible. Realmente quise tratar de convencerme, pero no puedo.

No quiero morir.

Punto de vista de Douglas.

— Ese hombre murió —digo por enésima vez— La herencia es mía. ¿Por qué no puedo simplemente cobrarla?

— ¿Hasta donde llega tu codicia, Douglas? —mi medio hermano se levanta de la silla, tratando de intimidarme— ¡Papá ha muerto! ¡Nuestro padre ha muerto, Douglas! ¡¿Solo te importa el dinero?!

— “Padre” solo tiene ese titulo por genética, ese hombre no es para mi lo mismo que para ti, Dylan.

— Quizá por ser como eres te abandonó —me respondo dolido, lo cual no me importa en absoluto.

— Les pido que se comporten, señores —El abogado de mi “padre” nos interrumpe— Estamos hablando una situación complicada, pueden tomar asiento de nuevo o irse y lo hablamos en otra ocasión.

— Mis disculpas —respondo, desabrocho dos botones de mi chaleco negro para sentarme, siento la mirada de mi hermano, pero pronto se sienta de nuevo.

No necesito el dinero de mi padre, tengo lo suficiente, pero dejárselo a la familia de mi medio hermano, cuando solo son unos arpías fingiendo ser buenas personas, eso si que jamás lo permitiré.

— Procederé a leer las últimas palabras de su padre —indica el abogado— Les ruego no me interrumpan, si lo hacen suspenderé esto. Con fecha del día 28 de febrero del año en curso, el señor Diego Fraser en su lecho de muerte, dijo lo siguiente;

“ Lamento demasiadas cosas en la vida, no soy un hombre perfecto, pero confío en mi hijo “Douglas Fraser” para administrar mis bienes, creo firmemente que ha crecido como un buen hombre de negocios, lo vi crecer demasiado rápido, siempre de lejos, siempre solo. Sé que el no me llorará. Será el mas cuerdo para manejar mi herencia”

“Pero, quiero pedir una petición, hijo. Un hombre debe sentar cabeza siempre, para cobrar la herencia debes buscar una mujer con la cual compartir, debes casarte. Si no lo haces, no lo necesitas, dado caso, mi herencia pasa a la familia directa de mi hijo “Dylan Fraser y su madre””

— ¿Es todo? —pregunto cuando su abogado deja de ver la hoja

— Si, señor Fraser. La petición de su padre es que se case, estimó un tiempo para hacerlo.

— ¿Cuánto tiempo es eso?

— Seis meses, señor Fraser

— Aún muerto me da dolores de cabeza —digo en voz alta.

— Entiendo, en tu lugar también estaría así —me dice Dylan— Nadie querría casarse contigo, ninguna mujer cuerda, al menos.

— No empiecen —nos interrumpe de nuevo el abogado— Señor Douglas Fraser, tiene hasta el veintiocho de Agosto para presentarme una hoja de casamiento, presentarme a su esposa, de otra manera, dejaré todo para el señor Dylan Fraser. Por el momento, todos los bienes del señor Fraser serán congelados, ninguna cuenta, ni un céntimo saldrá hasta ver a quien se le dejará todo. Muchas gracias, es todo de mi parte.

El abogado anciano, toma sus cosas y sale a un paso demasiado lento. Espero jamás llegar a esa edad, debo morir antes de eso.

— Nos veremos pronto, hermano —Dylan me sonríe como lo que es, un monstruo cazador de dinero, al igual que toda su m*****a familia— Espero ninguna mujer se case contigo, aunque con tu historial creo que nadie aceptará —se ríe.

— ¿Crees que, si se lo pido a tu madre, acepte? —su sonrisa se borra.

PUNTO DE VISTA DE ARIA

Han pasado una semana desde que supe mi final. En estos días he visto a mis padres llorar, algo que me rompe el corazón. Me alimentan, pero ellos no comen, supongo que no les da hambre o están comenzando a ahorrar.

No quiero verlos más así.

— ¡¿Para que pago impuestos?!  —la voz de mi padre se escucha por toda la casa— ¡¿Para que pago todo puntual?! ¡Estoy pidiendo ayuda, mi hija… —escucho como su voz se rompe, está llorando de nuevo, no quiero seguir viendo esto.

Sin hacer ruido, me meto a mi habitación. Después de unos minutos, mi madre toca la puerta.

— ¿Sí? —pregunto en voz alta— Pasa

Mi mamá es pequeña, rubia y bonita. Siempre ha hecho muchas cosas para hacerme sentir bien, inclusive cuando he tenido el corazón roto.

— ¿Cómo estás? —pregunta suavemente, vuelve a cerrar la puerta.

— Bien, mamá, gracias. ¿Por qué papá está enojado?

— Pidió un crédito al banco, fue rechazado —me explica— Está muy molesto. ¿Lo escuchaste?

— Si, lo hice —mis ojos se vuelven aguados— Mamá, no quiero verlos sufrir por mi culpa. Me siento muy mal a verlo todos los días estresados, no quiero esto. Déjenme así, pasar los días felices. El doctor, mi amigo me dijo que hará lo posible por moverme de la lista, de verdad que sé que lo que se pueda hacer ustedes y él lo harán, eso lo sé. Pero no quiero que hagan lo imposible.

— No nos puedes pedir que dejemos de luchar por tu vida —mi mamá toma mis manos y las junta— Te amamos, Aria. Eres todo para nosotros, no dejaremos ni queremos verte sufrir.

De repente mi estomago se siente pesado y un dolor se instala en la punta. Comienzo por toser, me levanto de la cama para ir al baño, apenas llego al lavabo vomito sangre, puedo sentir el sabor hierro en mi garganta.

— ¡Hija! —mi mamá está preocupada, así que cierro la puerta del baño para que no entre

— ¡Estoy bien, mamá! ¡Estoy bien, dame un segundo y salgo!

Me enjuago mi garganta, para quitarme ese sabor. Enjuago el lavabo para que la sangre se vaya, nadie puede verlo o se preocuparán más por mí. Al salir, me encuentro a mi mamá justo en la puerta del baño, su mirada es de preocupación.

— ¿De verdad estás bien, hija? —su dulce voz me reconforta.

— Si, mamá.

Siempre pensé que llegaría un día en el que no haría que mis padres se preocuparan por mí, llegar un día con dinero para que ellos no trabajaran más, pensé que terminando la universidad sería mi momento de devolver todo lo que ellos hicieron por mí, pero solo les sigo dando problemas.  

— Ari —mi mamá me habla— ¿Recuerdas a tu tía Estela?

Mi tía Estela es esposa del hermano menor de mi madre. Es tan bonita como ella. Siempre es amable, sus hijos son una preciosura también, con lindos chinos rubios.

—Si, mamá. ¿Qué sucede con ella? ¿Está enferma? —mi preocupación aumenta, mamá nunca me ha mencionado a mi tía Estela para nada.

— No, hija, nada de eso. Es que ella trabaja desde hace cinco años en la servidumbre de una gran casa. Le conté todo lo que está pasando, tenía la esperanza de que tal vez su jefe o la señora de la casa nos prestara dinero, estamos desesperados —menciona con preocupación— entonces tu tía me dijo algo sobre el señor de la casa, que quizá nos pueda ayudar con todo esto, Aria.

Punto de vista de Douglas

La venganza es lo único que me está haciendo considerar casarme, no quiero que esa familia de carroñeros obtengan un solo peso de mi viejo padre, solo eso me faltaba.

— ¿Dónde piensas buscar a una esposa, Douglas? —pregunta Yadira, una vieja amiga, la única que puedo considerar así.

— No lo sé, todas las mujeres buscan siempre dinero, si me caso no quiero una que ya esté acostumbrada a todo eso, quiero alguien que me haga caso en todo lo que diga… si compartiré mi vida con una mujer, espero que sea hermosa y callada.

— Yo puedo hacerte el favor.

Me río con su broma— Por favor no, no eres una mujer que vea como esposa, Yadira.

— Por dios, me haces sentir mal por tu comentario —Yadira hace una seña a Estela, alguien que trabaja para mi ahora— Por favor —le pasa su vaso, para que Estela le sirva mas agua.

— Solo te digo la verdad, Yadira. Eres una mujer igual que yo, cosa que no quiero, pues nos terminaremos matando por llevar el control. Además, en serio que no eres de mi gusto.

— ¿Qué es lo que buscas entonces? ¿Una pobretona que se deje mangonear por ti? ¿Qué tu pidas y ella solo acepte? —Yadira está molesta, lo puedo deducir por el tono de su voz, altanera.

— De hecho, si, mi madre era así —el trago que tomo me sabe amargo, pero no porque sea Whiskey, si no por recordar lo que pasó con mi madre por culpa de estúpido padre— Ahora que lo pienso. Estela —la llamo— Ven a mi lado, por favor.

— Si señor —Estela llega de inmediato. Estela fue contratada por mi madre, es una de las pocas personas que siempre le tengo confianza.

— Está casada, ¿verdad? —cuando termino de formular la pregunta, Yadira escupe el agua.

— ¿Te quieres casar con esta anciana, Douglas? ¡Si que estás urgido! —dice Yadira ofendida

— Solo cállate —demando serio— ¿Estela?

— Si, señor —responde Estela

— ¿Tiene hijas?

— No señor, solo varones…

Pensé que Estela quizá tuviera una hija, Estela parece tener unas rasgos finos, una hija de ella puede ser de mi gusto, tal vez. Podría ser una buena opción.

— Una lástima —menciono— Eres una buena opción, Estela.

— Si me permite hablar, señor Douglas… mi cuñada tiene una hija que acaba de terminar la universidad —la miro con interés— ¿podría presentársela?

— Es una buena edad, pero no creo que sea buena idea, Estela. Busco alguien que sea familia directa, usted se ve que en juventud tuvo buenos rasgos, quiero lo mismo para mi futura esposa…

— ¿Podría… enseñarle una foto? —me responde Estela con nervios.

— Podría ser. ¿La tiene ahora? ¿Puedo verla ahora, para darle una respuesta o seguir buscando?

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo