- ¿Y después?
- Luego llevaré a mi hija menor al altar. - Él sonrió.
Catriel tomó mi mano, apretándola entre las suyas, su dedo hizo girar el anillo de compromiso que llevaba en mi dedo anular.
Lo miré y sentí que mi corazón se aceleraba. Sólo pensar en nuestra boda me ponía ansiosa. ¡Y todavía teníamos tantos problemas que resolver!
- ¿Y después? - Insistí.
- Satini y yo viajaremos. No tendremos residencia fija.
- Quiero tener sexo en varios países diferentes. Tal vez batir un récord… – Dijo mi madre, caminando hacia nosotros con una amplia sonrisa en su rostro, sin mostrar ningún tipo de vergüenza o pudor por lo que decía.
- ¡Saténi! – Mi padre estaba un poco avergonzado.
- ¿Crees que no saben que tenemos sexo, Estevan? – Arqueó una ceja, sus párpados oscuros enmarcaron su rostro con una expresión divertida y provocativa.
- En fin… – cambió de tema – Viajaremos. Y de vez en cuando vendremos a visitarlos, alternando entre Alexia y los niños y Pauline y las niñas.
- Porque Cat y yo no