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Un mes después desde el encuentro con el hombre desconocido...

Reviso una y otra vez mi equipaje, a pesar de que solo iré una semana a mi ciudad de origen, siempre intento ir con el mayor número de ropa, zapatos y abrigos como para tener una infinidad de opciones. Me gusta ser muy precavida, puesto a que en mi antigua casa prácticamente no queda nada más que un viejo, usado y manchado sofá de terciopelo que mi abuela me heredo. 

Salí de mi pequeña ciudad gracias a la universidad, después de tanto tiempo fuera de ella, he decidido que jamás regresaría a vivir en ese lugar y no porque esté mal o porque sea una ciudad pequeña donde todo se sabe. No, en realidad no quiero regresar porque no tengo a nadie que me reciba, la única que estaba ahí para mí era mi abuela, bien, pues murió hace cinco años. Por otra parte, esta mi padre... mi padre decidió rehacer su vida después de la muerte de mi madre con una mujer que es buena, bastante buena a decir verdad, pero no tan buena como para aceptar que yo viviera con ellos. Es por eso que prácticamente, desde que tengo 6 años, mi abuela se convirtió en mi madre. 

Mi padre me llevó hasta su puerta con una mochila que apenas y contenía mis cosas indispensables y se marchó. Mi abuela se sintió decepcionada por tales acciones de su hijo. Ella también se sentía un poco culpable por no haberlo criado de una forma distinta, se sintió de esa manera hasta sus últimos días. Y es que en su cabecita blanca no podía comprender como es que su hijo tuvo el valor de dejarme a mi suerte sabiendo que yo era su única hija. Renunció a la paternidad por una mujer que no me quería en su vida y no porque me odiara, no fue por eso, ella estaba muy segura de no querer ser madre mucho menos una madrastra. Ahora que soy grande, puedo entenderla, nadie quiere ser madre en pleno siglo XXI, ni mucho menos madrastra de una niña que está pleno crecimiento, al menos, yo tampoco aceptaría. Como sea, ella no le prohibió a mi padre que viniera lo fines de semana a vernos a mi abuela y a mí, simplemente él se olvidó que tenía una hija y nunca más me volvió a visitar. 

Gracias al cielo, mi padre no se olvidó por completo de mí. Él me pagó la universidad hasta que pude conseguir una beca que por lo menos pagara algunos de mis gastos básicos, después de eso tuve que trabajar para poder cubrir todos mis gastos, aunque no fue suficiente. Al final termine abandonando la universidad y empecé a seguir un sueño bastante guajiro o tonto. Mi sueño de ser actriz se apoderó de mi ser y me obligó a solo poner mi esfuerzo en ello. La actuación siempre había sido un sueño frustrado, hasta que una tarde, en una cafetería cerca de la universidad donde algunos estudiantes de teatro se reunían para recrear escenas de películas u obras de teatro, conocí a Lucía. Una mujer espectacular que me obligó a ser un extra improvisado en una escena de su obra de teatro, lo más cómico de esto es que ese día solo iba por un café. Ella y yo empezamos a ser amigas, aunque no muy cercanas, pero lo suficiente como para que ella me dijera ciertos tips de actuación y de vez en cuando la ubicación de varios castings. 

Gracias a esa decisión precipitada, ahora trabajo como extra en varias películas o series de grandes plataformas de streaming. Eso me ha permitido pagar algunas de las mensualidades del pequeño departamento que  comparto con Hannover (si, se llama igual que una ciudad Alemana, ¿por qué? Pues su bisabuelo es de ese lugar y su bisnieto, padre de Hannover, lo quiso honrar de esa forma). Al principio cuando se presentó como el único interesado por compartir departamento conmigo me sentí como una tonta, ¿en serio no había una sola mujer que me quisiera como compañera? Ahora solo puedo pensar el infinito error que hubiera cometido si hubiera rechazo a mi amigo, Hann. Mi chico me cuida, me protege y me trata como un hermano mayor, somos muy buenos amigos y al final una pequeña familia. 

Mi sueño de ser actriz de vez en cuando paga las cuentas, pero el verdadero trabajo que paga todo lo que consumo, es el restaurante donde soy mesera. No me avergüenzo, no lo hago, pero estoy harta de trabajar en algo que odio. ¿Cuándo tendré suerte? Me temo que pasarán más y más años y jamás podré obtener un papel de calidad, un papel que me lleve al estrellato. 

—¿Estás lista, cariño?— interrumpe Hann asomándose por la puerta de mi habitación. 

—Estoy lista, solo estaba empacando para irme mañana— respondo, cierro mi equipaje y suspiro.

—¿Irás vestida así?— Hann siempre siendo un gurú de la moda, (pero no tan loco como el hombre del antro) algo que por supuesto yo no soy.— Chica, no me hagas volver a recordarte que hoy tienes una reunión con tus amigas de la universidad. Esas perras son unas tremendas víboras, te examina de pies a la cabeza, vestida de esta forma serás la comidilla de la noche.

—Ignoraré ese comentario por el simple hecho de que conozco bien a mis amigas, puedo permitirme que me escudriñen hasta el alma.—

 También puedo permitirme que se sientan afortunadas por haber terminado la carrera en Publicidad y Relaciones Públicas. Soy, para ellas el claro ejemplo de lo que hubiera pasado con sus vidas si hubieran hecho lo que yo.

—Deberías de vestirte como si fueras a ver a aquel hombre que te hizo el amor en su auto, lujoso por cierto— tomo una camiseta sucia y la lanzo por los aires con la única intención de que esta le golpee la cara.

—No debí contarte sobre lo que pasó esa noche, Hann.— Cruzo los brazos en mi pecho, quisiera no recordar lo de esa noche y no porque haya sido mala, sino por lo que siento, el corazón se me acelera de solo recordarlo. Ese hombre ha dejado una huella en mí que no sé como borrar y para ser sincera, no quiero hacerlo, no quiero olvidar sus manos por mi cuerpo, sus besos, su olor...

—¡Hasta en este momento estás pensando en él! ¡No lo puedes superar!— Me siento avergonzada de que de nuevo, como en las otras ocasiones me haya descubierto soñando despierta con ese hombre. 

—Hann, basta, ya no, no quiero pensar en él. No debería de hacerlo, ¿no es obvio que solo fue una noche de diversión? Apuesto todo a que él, ahora mismo debe de estar feliz, acostándose con otras mujeres. Yo no debería de pensar en él, porque no lo merece. —Ajusto las agujetas de mis botas y me pongo de pie.

—Hermosa, hermosa, deja a un lado ese sueño de casarte de blanco. La mayoría de los hombres ya no quieren eso, ni tampoco las mujeres, así que renuévate, busca hombres de una noche y verás que fácil se vuelve, eso es lo que necesitas — niego varias veces, imposible que yo necesite eso.

—¿Sabes que necesitaba? Necesitaba que ese hombre se quedara conmigo hasta la mañana, quizás hubiéramos podido desayunar o algo...

—Hey, ¿no era obvio que eso no iba a pasar? Ningún ser que ande por ahí bebiendo y teniendo relaciones sexuales con una desconocida se queda a desayunar contigo. Al contrario, se marcha y jamás vuelves a saber de él y con suerte quedas limpia, sin ninguna enfermedad de transmisión sexual. —Suspiro porque sé que mu amigo tiene razón, ¿por qué esperaba tanto de él? Solo me ayudó y me cogió en su auto, solo eso.

Le doy un vistazo rápido al reloj de pared para cerciorarme de que no voy tarde a la noche o tarde de chicas con mis queridas amigas, las únicas que logré hacer durante mi estancia como estudiante. Hoy, como todos los años celebraremos el cumpleaños de Zoe, una de mis amigas. A pesar del comentario de Hann, no me quejo de mis relaciones sociales, en verdad la paso bastante bien cuando estoy con ellas, aunque en realidad de vez en cuando siento que no pertenezco al grupo aún y cuando ellas solo buscan incluirme en todo, yo de alguna forma me alejo de ellas. 

—Debo de irme, Hann. Ya no puedo seguir perdiendo el tiempo hablando del Dios contigo, es un desperdicio. Y no, no voy a cambiarme de ropa. —Mi amigo asiente con la cabeza y no emite nada más, él sabe que diga lo que diga, casi nunca le hago mucho caso y menos si tiene algo que ver con mis amigas de la universidad. 

Tomo mi bolso antes de salir de casa, cierro la puerta y bajo los escalones para poder llegar a la calle, la cual por la hora está bastante solitaria. Arreglo mi bufanda y mi abrigo antes de empezar a caminar, el frío de diciembre empieza a calar mis manos, desearía haberme puesto unos guantes. El restaurante en el que mis amigas han decidido comer algo antes de ir a beber está muy cerca de mi casa, sin ningún problema puedo llegar caminando hasta allí, además, la caminata me ayuda a ganar un poco de calor en contra del frío húmedo del invierno. 

Mi silueta refleja en el vidrio de una tienda de pan, mi silueta reflejándose contra ese cristal me llena de melancolía, de tristeza y de fracaso, han pasado tantas cosas que ya no puedo con ellas. Tengo veintiséis años, no tengo hijos ni tengo un novio, mucho menos tengo un perro o un gato para hacer más ameno mi horrible tiempo libre. Mucho menos tengo un departamento propio, mis problemas económicos hacen que deba de compartirlo con Hann y no me quejo, pero es que soy una mujer solitaria que gasta su dinero en helado y en la membresía del gimnasio al cual nunca va. Carajo, ¿qué estoy haciendo con mi vida? Comúnmente no me hago este tipo de cuestionamientos, soy bastante sencilla y no espero de mi vida algo parecido a una película romántica, soy realista y sé que puedo estar soltera hasta los 60 o casarme a los 30 y aun así llevar una mala vida y eso no me hace o no le haría una peor persona ni menos mujer.

Todo mi lamento y mis golpes contra la pared han empezado gracias a una llamada, una llamada que me dejó con los pelos de punta y con el corazón lastimado. Y es que una semana antes, recibí una llamada de Hannah, mi mejor amiga de la infancia. La noticia que recibí por parte de Hannah la mañana del aquel viernes, me hizo sobre pensar toda mi vida, hizo que pensara sobre el rumbo de mi vida y lo mal que la he llevado hasta ahora, y todo en comparación con ella, mi rumbo es incierto. Hannah es mi única amiga en Tehachapi, la quiero demasiado, no, la amo, pero debo de aceptar que ella era la típica niña a la cual sus padres le daban todo, porque ellos si se esforzaron por trabajar duro para darle todo lo que ella quisiera, le cumplían cualquier deseo. Si Hannah quería un caballo, bueno, sus padres se lo compraban, ¿quería una casa en el árbol? Bueno, sus padres la mandaban a construir. Hannah era una niña blanca privilegiada, sus padres también, si esto fuera otra época, ella sería una burguesa o incluso un familiar directo del rey y yo, yo sería una plebeya. 

Definitivamente, no soy una pobre niña que se queja con Dios por haber sido abandonada por su padre ni mucho menos una que pudiera sentir resentimiento por su amiga rica y con una familia funcional llena de amor, no, no lo soy. Al contrario, estoy sumamente agradecida con ellos, porque toda mi infancia fue más fácil gracias a la caridad de esa familia hacía a mi abuela y hacia mí. Toda la ropa que yo pudiera tener en algún momento de mi vida, era porque había pertenecido a ella. Hannah siempre se preocupaba por mí, me regalaba su desayuno en el colegio o sus juguetes nuevos con la excusa de que no le había gustado su regalo y que prefería dármelo a mí o de lo contrario, los tiraría a la basura. Pero mi melancolía y mi corazón roto no es porque ella haya hecho todo eso por mí o porque ella haya tenido todo lo que yo no tengo, es porque ahora ella tiene todo lo que yo quiero. Hannah se va a casar. Mi mejor amiga se va a casar en dos semanas, para ser precisas en enero, el ocho de enero, ¿no parezco envidiosa? Sí y me odio por eso, ¿por qué tendría que estarlo? Debería de ir a confesarme, la envidia es un pecado o al menos eso decía mi abuela cuando envidiaba la vida de otros niños del vecindario. 

Como sea, esa llamada me tomo por sorpresa, mi mejor amiga y yo siempre hablamos, estamos en contacto permanente, pero esta vez no llamaba para contarme sobre su viaje a Europa o sobre su nuevo auto, no. Ni tampoco llamo para preguntar si estaba bien o para saber sobre mi situación financiera, sino que esta vez, llamo para decirme que se casará. Al principio, cuando todavía no tenía tiempo de pensar en lo que me había dicho lo tomé con una buena y bella noticia, porque eso es lo que es. Pero después, su bella noticia me revolvió la mente e hizo que mis lamentos cobraran vida. Mis ganas por dejar de estar soltera no solo despertaron, sino que incrementaron. Hannah es dulce, Hannah es cariñosa y es olvidadiza, puedo seguir con la lista, pero no importa que haga Hannah, siempre he sabido que mi mejor amiga se merece todo lo bueno del mundo, aún y cuando se lo lleve todo y a mí no me toque nada. 

Una vez más me he he sentido como una fracasada, pero no por Hanna sino porque todo mi círculo social cada vez me deja más atrás. Mis amigas más cercanas, las que hice en este lugar, tienen muchos planes a futuro con sus respectivas vidas, trabajo y novios. En cambio yo, sigo en busca del amor verdadero o alguien que pueda soportarme por las mañanas o por las noches, pero parece una verdadera tarea imposible de realizar y ni se diga de mi sueño inalcanzable de ser una reconocida actriz. Las vidas casi perfectas de mis amigas han hecho que me lamente por mis malas decisiones que en su momento creí que eran buenas, espero que mamá en donde quiera que esté, no se sienta decepcionada de mi, porque estoy haciendo justo lo que yo creo que ella haria, seguir sus sueños.

Llego al restaurante antes que todas, elijo una mesa para cinco y me pongo a leer el menú. Es lo único que puedo hacer para no parecer una mujer que ha sido plantada, leo cada uno de los platillos y las especialidades del restaurante, esperando que haciendo esto el tiempo pase más rápido. Todo esta bastante caro, pero puedo permitirmelo, no soy mesera por varias horas al dia para no poder permitirme pagar una miniuosa cena con mis amigas. Alzo la vista y me encuentro con Zoe, suspiro de alivio, la tortuosa espera solitaria ha terminado. La chica de cabello marrón se une a mí, se sienta a mi lado y suspira.

—¿Qué se siente siempre ser la primera en llegar?— coloca sus codos sobre la mesa y junta las manos a la altura de su barbilla.

—Es bastante aburrido y abrumador, siento que todos me miran y me juzgan por estar sola.— Jugueteo con el florero que hay en la mesa, espero no ser tan torpe y tirarlo.

—¿Cuándo te vas a Tehachapi ?— recuerdo habérselo comentado, es por eso que hoy, antes de que parta a mi ciudad natal nos estamos rehuniendo, pero bueno, sé perfectamente que mi amiga es muy olvidadiza.

—Mañana en la mañana o quizás en la tarde, todo depende de que tan ebria me ponga el día de hoy. —Zoe suelta una fuerte y cargada carcajada, su risa resuena por todos lados y me resulta muy pegajosa, por cual yo tambien me rio un poco.

—Pues partiras en la tarde, porque yo al menos planeo caerme de borracha.—Oportunamente, el mesero viene con una botella de vino tinto, razon por la cual nos gusta venir a este lugar que casi siempre esta lleno de viejitos y grandes hombres de negocios. Siempre, de cortesía te regalan una botella de vino, del mejor de la casa, obvio, debes de consumir cierta cantidad, o sino puede cobrartelo en la cuenta final.

—¿En serio?— Pregunto incredula, Zoe lleva viviendo con su novio varios años, los suficientes como para que Donovan pueda prohibirle salir con nosotras. A él no le gusta que pierda la noción de sus cinco sentidos gracias al alcohol, pero Zoe es una bebedora por naturaleza.— Gracias— digo cuando el hombre vestido como pinguino me enteega mi copa con el liquido tinto.

—Donovan y yo hemos discutido, tanto que me ha quitado las llaves del automóvil. No quiere que de ningún modo regrese a casa conduciendo, no puede repetirse lo de la ultima vez —en mi mente se forma un recuerdo. El recuerdo de la vez en la que Zoe terminó vomitada en la estación de policía por conducir ebria.

—¡Hola!— las dos giramos la cabeza hacia el lugar donde proviene esa voz chillona y escandalosa. La rubia de ojos azules camina hacia aquí moviendo las caderas de un lado a otro, como la modelo que es, llama toda la atención de los demás comensales del lugar.

Florencia se une a nosotras y se sienta a lado mío. El perfume que por supuesto es costoso me empalaga la nariz, es muy escandaloso y huele a mandarina o a algún cítrico. Mueve las ondas de su cabello y sonríe como lo hace en los comerciales de publicidad en los que ha modelado y por supuesto dirigido. Florencia es muy guapa e inteligente, ella no pertenece a los estándares de rubia tonta. Ella es muy astuta, tanto que el año que viene planea inaugurar su propia empresa enfocada en la publicidad y modelaje, sin lugar a dudad resulta un ejmeplo a seguir.

—Flore— le doy un beso en la mejilla y esta me abraza de vuelta.

—Parece que tiene varios años que no nos vemos—susurra mi amiga —¿ustedes no sienten lo mismo?— Zoe asiente.

—Nos vimos hace un par de meses, pero se siente así, como si hubiera pasado un año. La vida se nos va, ¿no creen?— responde Zoe, la cumpleañera. Lo último que quería era justamente eso, hablar de nuestras vidas, suficientemente tengo con sentirme inferior a ellas por aun no encontrar la fuente de mi felicidad.

Para mi buena suerte, las hermanas Johanson entran al restuarante, nos miran y sonríen, Renata y Victoria caminan hasta donde estamos y se sientan, pero no sin antes darnos nuestro respectivo beso en la mejilla y a la cumpleañera un abrazo acompañando con un regalo.

—Zoe, mi niña, feliz cumpleaños —comenta la chica de cabello negro azabache y preciosos ojos cafés claros. —Hola chicas, nosotras siempre llegamos tarde. 

—Claro que siempre llegamos tarde, siempre es por tu culpa— responde Victoria, la hermana menor de Renata. Adoptamos como amiga a Victoria por Renata, al ser hermanas e hijas de una familia muy estricta, no dejaban a Renata salir sin ella. Si ella salía al cine, Victoria también tenía que ir, esa era la regla. Y al final, nosotras conocimos a esa chica tan vivaz y supimos que sería nuestra amiga por lo bien que encajamos todas, a pesar de que Victoria tiene cuatro años menos que nosotras. 

—Por cierto, ¿por qué vas a Tehachapi?— pregunta Fiore, suspiro, ellas también conocen a Hannah por las veces que ha venido a visitarme, no son sus amigas, pero la conocen.

—Es por Hannah —me limito a decir— ella se va a casar.— Mis amigas suspiran.

—Ya quiero ver esa boda...— comenta Renata mirando hacia el techo, como si estuviera imaginado como podría ser esa ceremonia. 

—Lujosa, ¿sabes con quien se casa?— niego, es por eso que partiré a Tehachapi, lo conoceré cuando vaya.

—No, ni siquiera sabía que tenía novio, me tomó por sopresa, pero estoy feliz por ella. La verdad es que pensaba pasar navidad aquí, pero gracias a ella, no lo haré. —Explico sin muchas ganas.

—Cuando la veas, por favor dale de nuestra parte unas sinceras felicitaciones y tambien dile que esperamos las invitaciones— Hannah no las invitara, pero le dire.

—Le comentare, lo mas seguro es que sea una boda muy pequeña, algo sencillo quizas, porque se casan el 8 de enero.

—¿Estara embarazada?— frunzo el ceño, spy su mejor amiga, si eso fuera cierto ella me lo habria dicho.

—No lo creo, ella tiende a ser muy siencera conmigo, no me lo ocultaria.— O al menos eso pienos yo.

Aunque de todo esto soloamnete me surge la pregunta, ¿con quien demoonios se va a casar?

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