Mundo ficciónIniciar sesiónLas palabras de Antonela martilleaban en la mente de Henrico, como un veneno inyectado en su cuerpo, atrofiando sus órganos y matándolo lentamente. Estaba sentado en su vieja silla, que crujía cada vez que se movía, mientras miraba al vacío, pensando en cómo estaría Adam en ese momento.
Fabricio entró en la habitación y lo vio distraído. Lo llamó varias veces, pero Henrico tardó en darse cuenta de su presencia.
—¿Hiciste lo que te pedí? —levantó la mirada de repente, asustando a Fabricio.
—Sí, señor —respondió él, apretándose los dedos de las manos —. La señora Carmélia está aquí para hablar con usted.
Henrico se levantó de inmediato, lleno de expectativas. Pero Fabricio no se movió, lo que lo irritó un poco.
—¿Qué







