Capitulo 85

Una fuerte lluvia caía. Un relámpago cruzó el cielo justo cuando el ataúd descendía a la tumba. No había nadie más que Benjamín y Fred en el velorio de la mujer.

Benjamín agarró a Fred y lo sacó de allí. Lo llevó a casa. El camino fue silencioso. Fred veía la ciudad pasar por la ventanilla del coche, sin creer que ahora estaba solo, que todo el esfuerzo por salvar a su madre había sido en vano.

Cuando el coche se detuvo frente a su casa, las gotas de lluvia se hicieron más intensas. Se giró para mirar a Benjamín, con los ojos hinchados, y le dijo:

— Gracias por ayudarme a enterrar a mi madre — sintió que sus ojos se inundaban de nuevo — ¿la oferta de trabajo sigue en pie?

— Soy un hombre de una sola palabra — su firme respuesta alivió aún más a Fred — pero no te apresures, ve a la empresa cuando te sientas mejor.

Fred asintió con la cabeza, pero no había mucha emoción en su rostro. Sentía como si la vida le hubiera arrebatado todas las razones para vivir. Ya nada tenía sentido para él
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