Alessia celebraba su triunfo, aunque todavía se sentía ligeramente mareada. Intentó levantarse, se tambaleó hacia un lado y casi cayó. Buscaba su bolso para tomar el celular y hacer algunas llamadas.
¿De dónde sacaría el dinero para pagarle a Fred?
A Alessia no le importaba cómo lo conseguiría; haría lo que fuera por Benjamín, para tenerlo finalmente a su lado. Cuando pensaba en la posibilidad de que Antonella se quedara con lo que era suyo, sentía que estaba al borde de un colapso.
Tomó el celular con manos temblorosas y buscó uno de los contactos en su agenda telefónica. Llamó varias veces hasta que una voz preocupada respondió del otro lado.
—¡Señora Alessia! —la voz de Fabricio sonaba frenética al otro lado de la línea—, ¿cómo está el patrón?
—No llamé para hablar sobre él —dijo impaciente, dejando entrever toda su indiferencia hacia su padre—. Necesito que vengas al hospital y traigas una cantidad para pagar los gastos médicos de mi padre.
—Pero, señora… —La voz de Fabricio se ap