Ella se sorprendió y miro el rostro del dueño de esas manos
«¿Lucían?»
Mirando detrás de él, no había nadie. Arqueó las cejas, instintivamente infeliz.
—¿Qué estás haciendo aquí?
El miró a Catherine. Llevaba conjunto de pijamas de algodón, con el pelo un poco desordenado recogido en un moño. Sus ojos lo miraban con infelicidad y desdén, como si estuviera infortunada de verlo.
Sin embargo, pensó «¿Que me importa si es infeliz o no? ¿Y, además, porque la estoy detallando?» «¿Es infeliz al verme?»
Catherine parpadeó y la infelicidad desapareció, reemplazada por una mirada defensiva — ¿Quién te dejo entrar en mi casa y lo que es peor, que haces en mi habitación?
—No deberías estar levantada y menos abrir ventana, las corrientes de aire son frías y malas… ¿Acaso quieres enfermarte?
Catherine sacó su mano de la de Lucían con una expresión burlona. —¿Desde cuándo te preocupa mi salud? Hasta donde se podría morirme hoy y tu permanecerías impasible.
Él se veía serio y no quiso pelear c