La espera desespera

—¡Poco importa un buen brazo y lo filoso de tu lanza…! —se carcajeó el ancestro barbudo— Más te valdría transmitirle tu fuerza a la lanza, te sería más útil.

—Es una buena idea —admitió el irascible Sioux.

Se concentró por un momento y transmitió toda su energía al arma, ante los ojos atentos del bisonte. Inmediatamente se convirtió en una lanza/medicina.

—Ahora clava la punta sobre esa roca —añadió el bisonte.

Yerba del Medio realizó el ataque y la roca saltó en mil pedazos.

—¡Vaya… vaya…! —exclamó el sioux impresionado por todo aquello— ¿Sabes, viejo animal, aunque eres muy feo y contrahecho, eres un muy buen consejero?

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