Capitulo 2: Nehuel y Kato

Nehuel es el hijo del jefe del clan “Omanumeca”, una tribu de licántropos semi-nómades. “Semi” porque sólo suelen emigrar a otros territorios cuando sienten que algo podría estar poniendo en riesgo la seguridad de la manada, aunque llevan mas de 50 años viviendo en las praderas de Olderspring, junto a los mismos bosques que rodean el pueblo de Jensenville.

Su familia está compuesta por su padre Tecumseh, jefe de la manada, su madre Nayeli, una de las varias esposas de su padre, su hermana Dakoda y tres medios hermanos, Enola, Tala y Koda.

Aunque son hijos de diferentes madres, los cinco hermanos son inseparables, una perfecta unidad imposible de disolver. Todos han sido criados con el mismo amor y afecto de parte de sus padres ya que, todas las esposas se consideran a si mismas como hermanas lo que hace que no existan diferencias entre ellos.

También estan su tío Kato, hermano de su padre y su primo Shada cuya madre murió al dar a luz por lo que son sólo ellos dos, o eso es lo que toda la manada cree.

Hace alrededor de 23 años, Kato conoció a una mujer, una humana común y corriente, de la que se enamoró perdidamente y a la que seguirá amando mientras viva.

Debido a las leyes de la tribu, ningún integrante de la familia real tenía permitido relacionarse con nadie que no fuera un Omanumeca de sangre pura y ésto era para asegurar la legitimidad de su descendencia.

En aquel entonces, Kato era sólo un muchacho en sus veintes al que estaban presionando para que escogiera una esposa y tuviera hijos, ya que su hermano mayor tenía dos esposas y dos hijos, Tala y Dakota. Lo que se buscaba con ello era asegurar un heredero para cuando el jefe dejara éste mundo.

Tecumseh siempre intentó alentarlo a cumplir con su deber como miembro de la familia real, sin dejarle saber ni por un segundo que realmente lo entendía, que sabía por lo que estaba pasando ya había sido obligado a casarse con su primera esposa elegida por su padre a diferencia de él que tenía la oportunidad de escoger.

Kato se escapaba del campamento cada día a mitad de la tarde para reunirse con Sara, una hermosa joven del pueblo de Jensenville que vivía con su abuela, su padre había muerto en las minas de carbón y tiempo después su madre, quien no pudo soportar el dolor y se quitó la vida arrojándose de un acantilado.

Ella era muy pequeña por lo que no recuerda sus rostros siquiera, solo conoce de ellos lo que su abuela le contaba.

Ambos jóvenes estaban profundamente enamorados pero, si por algo se destacaban Kato y su manada, era por su sentido del respeto y la lealtad. Ella era la mujer con quien deseaba vivir el resto de su vida por lo que nunca la había presionado o engañado con la excusa de la tan famosa “prueba de amor”, nunca había intentado poseerla de esa manera, él siempre creyó que el momento llegaría por si solo cuando ambos estuvieran listos.

Esa noche, Sara sentía que estaba lista para entregarse por completo al hombre que amaba, hacía tiempo que soñaba con ese momento todas las noches, y mientras llegaba al punto habitual de reunión, comenzó a notar con sorpresa como su sueño se volvía real lentamente. Kato la invitó a nadar en un recodo manzo del río y ella aceptó, lo veía alejarse levemente de ella para poder quitarse el taparrabo y sus sandalias mientras la miraba fijamente a los ojos esperando que lo siguiera. Entonces, no pudo evitar sentirse arder de exitación, quería acariciarle el rostro que parecía estar esculpido en el más precioso mármol, tocar cada uno de sus músculos abdominales duros como piedras, deseaba poder enredar sus dedos en su largo y sedoso cabello negro con reflejos azules bajo la luz de la luna, que también hacía que su piel tuviera un exquisito y maravilloso tono bronce dorado. Todo era maravilloso, pero su sueño siempre terminaba de la misma manera, despertando repentinamente en el momento en que iba a acariciar la “fruta prohibida”, así llamaba a sus genitales dado que se sentía algo apenada.

Esta vez era diferente, Kato la besaba casi con desesperación introduciendo su lengua dentro de su boca, comenzó a quitarle sus ropas prenda por prenda, soltando un pequeño gruñido de placer cuanto más se acercaba al calor de su piel. Cuando ya solo estaba cubierta por su ropa interior, Sara posó su mano sobre su escroto que parecían frutos maduros y jugosos a punto para ser devorados, en ese instante, Kato soltó un gutural y profundo gruñido de placer, tomándola por la cintura y apretándola fuertemente contra sus propias caderas. Ella comenzó a masajear cada uno de sus testículos ejerciendo presión cómo si la vida se le fuera en ello pero sin llegar aún a su pene. Aunque era su primera vez con un hombre, intuía que en el momento en que lo tocara, éste explotaría sin duda.

Luego de unos segundos, finalmente llevó su mano hasta su miembro y comenzó a presionarlo, masajeándolo de arriba hacia abajo, entonces Kato, que ya no podía aguantar más, la levantó en el aire con una mano y le arrancó la ropa interior con la otra mientras gruñía y jadeaba sin dejar de besarla y sin abrir los ojos mientras lo hacía, hasta que sintió que ya no podía demorarlo más, así que se alejo de ella lo suficiente para verla a los ojos en busca de su aprobación, a lo que ella asintió con la cabeza.

Kato la tomó en sus brazos con extrema dulzura y delicadeza para recostarla sobre la suave y fresca hierva debajo de un árbol rodeado de arbustos que les otorgaban cierta privacidad. Comenzó a besar sus piernas, primero una y luego la otra, subió depositando un tierno beso sobre su pubis pura y angelical pero sin tocarla aún, siguió por su abdómen besando cada centímetro mientras lamía todo a su paso en un intento de saborear su piel hasta llegar a sus senos, los que comenzó a masajear y besar con irrefrenable pasión, mordiéndolos suavemente, haciéndo que ella no pudiera evitar gemir sin poder minimizar el sonido.

Kato: ...”Sara, sabes que te amo más que a nada en este mundo, más que a mi propia vida, pero sé que eres casta y no quiero presionarte, si aún no estás lista puedo determe aquí”...

Ella lo miró con ardiente pasión en sus ojos y tomó su rostro entre sus manos para besarlo dulcemente.

Sara: ...”Kato, también te amo y he soñado por mucho tiempo con este momento así que no temas, estoy lista”...

Kato: ...”Estás segura? Debes saber que si comienzo de nuevo ya no podré detenerme, quiero que estés segura de ésto”... mirándola con desbordante pasión en sus ojos.

Sara lo acercó a su rostro con una mano para poder besarlo y con la otra tomó su pene para frotarlo contra su bulba con un suave movimiento de sus caderas, haciendo que él soltara un gruñido ahogado por sus besos. Kato apretó fuerte sus caderas para sincronizar sus movimientos con los de ella, luego, soltó una de sus manos para llevarla a su vagina y comenzó a deslizar sus dedos entre sus labios provocando un fuerte gemido que ella no pudo contener. Comenzó a masajear su clítoris sintiendo como un líquido tibio escurría entre sus dedos, entonces, se llevo la mano a la boca para poder lamerlos.

Sara lo observaba con amor incondicional mientras una lágrima furtiva que escapó de sus ojos rodaba por su mejilla. Tomó la mano que Kato lamía y la acercó a su rostro para meter sus dedos en su boca y comenzar a introducirlos y sacarlos con un movimiento casi rítmico, volviéndolo loco por completo.

Kato: ...”Estás lista amor mío? Ya no puedo esperar más, necesito entrar en tí aunque no temas, seré muy suave y cuidadoso”...

Sara: ...”No temas mi amor, sólo hazlo, también te necesito dentro de mi”...

Los ojos de Kato se aguaron de emoción, tomó su pene con la mano y lo depositó en la entrada de ella, luego, con una suave embestida ya estaba dentro suyo.

Se amaron entregándose por completo el uno al otro como si fuera la última vez para luego asearse en el río, vestirse y volver a casa.

Los encuentros eran cada vez más frecuentes y más encendidos hasta que Kato ya no pudo seguir evadiendo sus responsabilidades para con la manada y no tuvo más remedio que contarle todo al amor de su vida. Esa noche, se encontraron en el lugar de siempre y Sara estaba ansiosa por verlo porque tenía algo muy importante que decirle, ya que todo su amor había dado frutos.

Sara habló primero informándole que serían padres pronto y que no podía estar más feliz por eso pero para Kato, fué como recibir un duro golpe en la cabeza.

Kato: ...”Sara, no tienes idea de lo feliz que me has hecho, he deseado tener un hijo contigo desde la primera vez que estuvimos juntos pero ahora, alguien de la manada ha comenzado a sospechar de mis salidas nocturnas, creo que nos han descubierto y mi padre ha sido informado de ello”...

Sara: ...”Ooooh nooooo, que vamos a hacer ahora Kato, vamos a tener un hijo, no crees que si hablamos con tu familia ellos podrían entendernos y cambiar de opinión”...

Kato: ...”No amor, he quebrantado la ley de la manada y eso no sólo los pone en peligro a tí y al bebé sino que, si seguimos adelante o intento escapar contigo podría ser ejecutado y quién cuidaría de ustedes, no es seguro que después de matarme no vendrán por tí y nuestro hijo. No hay otra salida Sara, debo llevarte lejos y esconderte hasta que todo esto termine, ten por seguro que volveré a buscarlos y no volveremos a separarnos”...

Sara: ...”Kato, estoy bien, todo estará bien, confió en tí y nada cambiará eso. Eres el único hombre al que he amado y serás el único hasta el fin de mis días. Esperaremos por tí, no temas”...

Kato la llevó a Stormville en donde cambió todo el oro y las piedras preciosas que tenía por una pequeña pero acogedora granja con todo lo necesario para que pudiera vivir tranquila y se fue con la promesa de volver pronto.

Esa fue la última vez que se vieron.

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