Por Gastón
Mi madre estaba cocinando y como Cami le había contado que había besado a Delfi, estaba un poco más tranquila.
Tocan el timbre de casa y atiende mi padre.
Escucho que preguntan por mí y me parece la voz de Aitana, no puedo creer mi maldita suerte.
Mi padre niega que yo esté.
Yo me fui acercando de a poco a la puerta, mientras que mi madre estaba entreteniendo a Camila.
-Dígale cuando llegue, que lo espero en el salón de té.
Se me heló la sangre.
Mi padre me mira y yo no comprendo su mirada, pero está más que furioso, hasta que me asomé, rápido, para evitar que vaya a ver a Delfina.
Cuando la ví, me quise morir, comprendí la furia de mi padre.
Aitana tenía un embarazo más que avanzado, casi parecía a punto de parir.
Luego del asombro, mi cabeza fue a mil, haciendo cuentas…no había pasado tanto tiempo desde esa maldita noche.
-No es mío.
Digo en voz alta.
-Sí, es tuyo.
-Estás a punto de parir y no pasaron nueve meses de esa mierda que tuvimos.
-Estoy de siete meses.
Mi padre