Había llegado la fecha de vencimiento de su acuerdo y, sin embargo, Niko no hizo ningún gesto ni intento de sacarla de su casa.

Ante esto, Kayla le pidió permiso para ir al hotel donde vivía y ver cómo se encontraban las cosas, además de pagar la renta del lugar y Niko se ofreció a llevarla.

Al llegar al sitio, que era un hotel de mala muerte y entrar, ella se sintió un poco avergonzada, porque era claro que no estaba a la altura de lo que él estaba acostumbrado; sin embargo, se sorprendió muchísimo cuando él le dijo:

—Yo crecí en un lugar no muy diferente de este. —Niko se había dado cuenta de la vergüenza de la muchacha. Y de alguna manera quiso hacerla sentir mejor.

Ella lo miró sin ocultar su sorpresa.

—No entiendo, pensé que siempre habías tenido dinero —le dijo ella, confusa.

—Pues no. Mis padres han sido trabajadores toda su vida y ellos con mucho esfuerzo me enviaron al colegio y a la universidad. Y bueno, el resto como quien dice es historia y aquí estoy —respondió Niko, enc