Capítulo 22. |Un desayuno|
Ciudad de México

Alicia no había dormido en toda la noche por andar revisando el iPad de última generación que le había regalado Emiliano. Cada vez que recapituló lo que pasó en su habitación, un calor la invadía de pies a cabeza. Así que se obligó a no volver a pensar. Doña María ya se había bañado, se había cambiado y esperaba a que Alicia hiciera lo mismo. Cuando salió ya preparada solo para cepillarse el cabello, la mujer se le quedó viendo a la caja que estaba sobre el tocador.

—¿Qué es eso?—preguntó doña María señalando la caja, Alicia siguió la mano que apuntaba hacia el tocador y se dio cuenta de a lo que se refería.

—Ah, déjeme le cuento. —doña María arqueó una ceja. —En la noche vino su hijo Emiliano, él traía bolsas en sus manos, se veían elegantes, yo le abrí la puerta y preguntó por usted, pues le dije que ya se había ido a dormir y pareció como que se sorprendió por la hora.

—Sabe Emiliano que me duermo temprano, ya no soy aquella mujer joven que podía trasnocharse
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