… Hasta que recuperara su fuerza después de tremendo parto de dos. Alicia se había desmayado, la habían revisado y todo estaba normal, signos vitales estables. Solo necesitaba dormir.
Emiliano estaba caminando de un lado a otro en la habitación, se detuvo una y otra vez de manera breve para ver si despertaba, hasta que ella lo miró preocupado haciendo ruidos al caminar.
—¿Puedes detenerte un poco? Me estás mareando con esas idas y vueltas. —Emiliano miró hacia ella y sintió el alivio.
—Me has dado el tercer susto más horrible de mi vida, pensé qué te habías ido, que me…—la voz de Emiliano se quebró impidiendo que siguiera hablando.
—Aquí estoy, señor Rodríguez. —ella seguía pálida, adolorida, le punzaba cada parte de su cuerpo, estaba completamente molida. Definitivamente, cerraría fábrica de inmediato. Emiliano se acercó a ella y acarició su mejilla. —Solo estoy agotada, sabes que no he dormido en meses, ¿Cómo están los bebés? ¿Hay que darles de comer ya?—dijo ella intentando sen