Por la mañana al despertar, Jacob estaba saliendo del baño, lo mire con esa toalla enredada en su cintura y me pareció extraño.
–Buenos días –me saludó.
–Hola –murmuré cuando se acercó a darme un beso –. No te escuché llegar anoche.
–Sí, ya sabes como es mi madre –rodó los ojos –. Te vi dormida y no quise despertarte.
Me quité la sábana y fui al baño, él no me siguió como todas las mañanas, estaba saliendo cuando lo encontré ya cambiado.
–Debo ir a la oficina temprano –me tomó de los hombros y me besó –. Te veo en la noche y me cuentas sobre tu empleo.
–Si, saldré estos días a conocer los hoteles.
–Bien, te veo más tarde.
Él salió y yo terminé de cambiarme, los niños ya estaban casi listos, era increíble como ya habían tomado su propia rutina en está casa, recuerdo que en la nuestra tenía que levantarlos a la fuerza, desayunamos juntos como cada mañana, para nuestra buena suerte no vimos a Jacqueline, salí al trabajo y Esteban ya me estaba esperando con un auto en la entrada,