Fue magnífico

Jacob…

–¡Eso fue magnífico! –gritó Benjamín cuando entré a las oficinas. 

Todo había salido conforme lo había planeado, no había esperado más tiempo, ni aprobación del jefe de campaña, yo era el jefe y tenía el derecho de tomar mis propias decisiones, esa misma mañana hice lo que la chica del cabello de colores me había propuesto, fue magnífico, salió en las noticias de la televisión y redes sociales opacando totalmente la entrevista que me habían hecho la noche anterior. 

Todos en la oficina me felicitaron por lo que había logrado, aunque no lo había hecho solo. 

–Supongo que iremos a celebrar esta noche –mencionó Ben. 

–Aún tengo que terminar el discurso de la próxima presentación. 

–Eso será en dos semanas, vamos hermano, ¿qué pasó con Jac de la universidad? 

–Gracias por recordarme eso –comenté –. Ahora debo buscar que no exista ninguna evidencia de ese hombre. 

–Ay por favor, eso te daría un poco más de interés hacía las chicas, después de todo sigues soltero. 

–Ya vete y quiero las estadísticas antes de las cinco. 

–Como digas jefecito. 

Ben se fue, me había recordado mi época de la universidad y ahora debía verificar que no hubiera una foto indecente de ese tiempo, no es que hubiera tenido una mala vida, pero en este tiempo todo podía salirse de contexto, aún me sentía bien por lo que había logrado, incluso estaba seguro que los números iban a subir, la chica del cabello de colores tenía razón y tenía ganas de decirselo.

Envíe a un asistente privado para que fuera al club y la contratará para esta noche, está vez la quería en mi casa, no iba a volver a ese club, continué trabajando y por la tarde recibí la llamada del asistente.

–Señor Hoffman, me temó que no pude lograr lo que quería. 

–¿Qué? –cuestioné –. Es una prostituta, ¿qué tan difícil puede ser? 

Le había dado el nombre, descripción y ubicación, no puede ser que no la pudiera encontrar.

–Sí señor, es que ella no hace ese tipo de trabajos. 

Exhalé todo el aire de mis pulmones, el hombre tenía la ventaja de estar al otro lado del teléfono y que no lo pudiera golpear.

–¿Y qué tipo de trabajos hace la meretriz? –pregunté con sarcasmo. 

–Según la dueña del club y de las chicas, la chica del cabello de colores llamada Eve, solo trabaja directamente en el club. 

–Entonces ve ahí y traela –ordené. 

–Me temo que tampoco puedo hacer eso –tartamudeo. 

No puede ser que tanta asistentes tan inútiles. 

–¿Por qué? 

–Es que me han sacado del club, me temo que he insistido demasiado para ver a la chica y me ha prohibido la entrada. 

No puede ser, debo conseguir otro asistente, pero ahora me servía esté imbécil. 

–Yo me encargaré. 

Al salir de la oficina le indiqué al chófer hacía donde debía ir. 

–Señor es la dirección de la última vez, ¿está seguro? 

–¿Por qué no debería de estarlo? 

No habló más y fue hasta el club, habían unas mujeres afuera que ignoré. 

–Hola amor, llévame a una habitación –logré escuchar a una y me alejé hasta llegar a una recepción.

Una mujer mayor de cabello blanco y vestido apretado que enseñaba un escote descarado. 

–Buenas noches, señor, le ofrezco la barra donde puede consumir lo que quiera, tenemos en el escenario nuestras mejores bailarinas de las que usted puede escoger a la que más le guste y por supuesto a nuestras chicas –sonrió señalando cada cosa –. Las tarifas son de acuerdo a lo que usted quiera y la chica. 

–Vengo por una de sus chicas.

Miró mi traje y sonrió.

–Por supuesto, ¿tiene cita?

–No, estuve con ella la otra noche, fue magnífico –aseguré –. Cabello de colores, buen cuerpo, sexy, ojos verdes y la llamaron...

–Eve –murmuró. 

–Si –respondí –. Quiero su mejor habitación. 

Necesitaba hablar con ella sin que está mujer me viera y luego me la llevaría a casa.

–La tarifa por Eve es de cuatro mil, pero lamento decirle que ella ya está ocupada esta noche. 

–Le daré ocho mil si la desocupa.

–Aún no viene, pero como le digo, ella ya está reservada para está noche, es una de nuestras chicas más codiciadas, seguramente tuvo suerte esa noche. 

–Solo necesito un momento con ella, no será mucho tiempo. 

–Si usted no tiene una cita tendría que cobrarle más para que lo reciba. 

–Le daré mil más –saqué la billetera y le extendí el dinero –. Y quiero esperar en la habitación con un trago. 

La mujer se apresuró a tomar el dinero y le pidió a alguien que me guiará hacía la habitación.

Camine viendo alrededor, entre a la habitación, está era mejor que la anterior, pero seguía sintiendo un olor desagradable, no puedo creer que tuve que venir hasta aquí, abrí la ventana y ví los anuncios publicitarios alrededor, era una vista espantosa, ví la cama y recordé esa noche de como me había tomado y cómo su pecho quedó frente a mi rostro, ¿cómo había logrado detenerme? 

Fue un mal momento para pensar en eso cuando la puerta se abrió y la vi entrar con sus cabellos de colores, sus ojos verdes se abrieron expresivamente al verme. 

Ella miró hacía atrás y luego cerró la puerta. 

–¿Qué haces aquí? –murmuró bajó –. Esto sería malo para tu reputación. 

–No estaría aquí si hubieras aceptado la petición de venir a mi casa.

–¿De qué hablas?

Esa mujer no le había dicho nada a Eve, seguramente no la quería dejar ir.

–Le pedí a uno de mis empleados que viniera por tí está tarde, dijeron que solo trabajabas aquí. 

–Sí, así es –respondió –. Yo no hago nada, afuera de este lugar. 

–¿Cómo es que sabes tanto? 

–He leído un par de libros sobre política y veo las noticias, es algo que todos deberían hacer –mencionó. 

–Nunca has pensado en dedicarte a eso. 

Noté que hubo un cambió en su mirada, fue a la ventana y sacó los cigarrillos, está vez los puso sobre la ventana y los señaló, yo me acerqué para tomar uno y encenderlo. 

–He querido dedicarme a muchas cosas, pero aquí era el único lugar donde me aceptaban sin un título –confesó.

Iba a decirle que podía hacer cualquier cosa que ella quisiera, pero había algo de pesadez en sus palabras y podría ofenderse, falta de empleo había de sobra, eso no era una novedad, todos los politicos lo sabiamos e incluso lo tomamos como una oportunidad para nuestra propaganda.

–Si vienes conmigo, te pagaré el doble por la noche.

Ella se dejó el cigarrillo en la boca y se acercó a colocarme bien la corbata, vi su sonrisa. 

–La comunidad afroamericana compone un dieciséis por ciento de nuestro país, puede que no sean muchos, pero hacen una gran diferencia y podrías ganarte a muchos residentes e inmigrantes, apuesto a que son muchos votos. 

–Acepta. 

–Yo solo trabajo para el club, señor Hoffman –aclaró –. Tengo responsabilidades y otros clientes, deberías saber que no eres el centro del mundo. 

–¿No lo soy? –me burlé. 

Me di cuenta que sonrió, era una mujer después de todo y si me lo proponía la podía convencer.

–Tu tiempo acabó –mencionó –. Será mejor que te vayas y la próxima vez no te dejes engañar por la señora Fallow, pagaste mucho solo por veinte minutos. 

–Valió la pena –encogí los hombros, me miró curiosa y sonrió. 

–Los miércoles me encuentro en recepción –señaló –. Puedo hacerte un espacio si decides volver, pero deberás pagar el tiempo. 

La puerta se escuchó, era el aviso que debía irme. 

Era una chica realmente hermosa, se notaba que había dedicado mucho tiempo a su imagen, si fuera solo mía podría llevarla a casa, hasta estaría dispuesto a darle un empleo, era inteligente, pero seguramente no era el primero que le ofrecía algo así, debe tener muchas propuestas mejores que la mía, debía encontrar una forma de sacarla de aquí antes que todos esos imbéciles y mi primer obstáculo era la mujer mayor, estoy seguro que debe tener algo que ver con que no se vaya de aquí.

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