Ella ya no dijo nada, solo se desabrocho el cinturón de seguridad, pero esta vez Agustín estaba preparado, así que tomo su mano, para detenerla.
— No se te ocurra dejarme de nuevo, con la palabra en la boca, estoy hablando contigo y no me dejarás como la vez pasada. — dijo Agustín molesto, para él, ella solo huía de él.
— ¿Que es lo que quiere? He! quieres que me quede aquí a escuchar una sarta de insensatezes que salen de tu boca, Dios no se que es lo que piensas de mí y la verdad no me importa, pero se que te arrepentiras de cómo me tratas ahora sueltame — contestó ella.
Como pudo se soltó del agarre de Agustín, y salió del auto, por fortuna estaban parados en semáforo rojo, ella se fue hacia la banqueta y empezó a caminar.
— Esta mujer esta loca o qué ¿Por que se baja a media carretera? — pensó Agustín.
El iba siguiéndola hasta que pudo detener el auto y bajarse para enfrentarla.
— Anna, de verdad que tienes una facilidad, para hacerme enojar, te estoy dando la opción de que