Capítulo 8. Aliado
Emily
August parecía mi guía personal, llevándome por todo el castillo y presentándome a medio mundo. Es el único que está feliz de tenerme aquí, tanto que pensé que él pudiera ser mi padre y no el millonario despreciable que sigue consolando a su familia feliz en el piso de arriba, que siguen turbadas por mi existencia.
Cada minuto que paso aquí, mi enojo aumenta más.
Entro a la habitación que será para mí y no puedo evitar soltar un jadeo de sorpresa. Es más grande que la casa en la que mamá y yo vivíamos en Texas o nuestro pequeño departamento mohoso de Nueva York.
Antes de si quiere explorar más, salgo al balcón para tomar aire urgentemente.
No, no me maravilla ver tanto dinero desperdiciado en este lugar, ni me sofoca la elegancia o la excentricidad del interior de la mansión Branson.
Me sujeto del barandal para evitar caer de golpe por la decepción y la rabia. Sí, eso es lo que me tiene tan mal.
Mi mamá vivió durante tanto tiempo en condiciones precarias, sin comprarse ropa nueva