Capítulo 80: Verdades.
—Ese perro infiel… ¿Cómo se atreve a engañarme con una mustia de clase baja? Y yo todavía que fui a recogerlo… —
Elara estaba furiosa. Había visto a Cedric con esa mujer desconocida de ropa humilde que se notaba que no era de diseñador. Necesitaba averiguar quién era esa maldita, no iba a dejar la fortuna de los diez billones en manos de una zorra miserable y pobretona.
—Cariño, vine tan rápido como me has llamado, ¿Qué ocurrió? — Maximiliano llegaba casi a tropezones al elegante restaurante.
—¡Papito! — dijo la pelinegra abrazándose a su padre. — Es Cedric, lo he visto con otra mujer — aseguró.
Maximiliano frunció el ceño. Cedric Auritz era su última oportunidad para conseguir una fortuna incalculable…no podía permitir que terminara dejando a su hija por otra mujer. Acariciando la cabeza de su hija con frialdad, se sintió decepcionado de ella. Elara no había sido capaz de embarazarse y ni siquiera había sido capaz de retener a un hombre. No servía ni como mujer, justo igual que Elena