Sin embargo, las preocupaciones de Rodrigo eran innecesarias.
Gabriela montaba con estabilidad.
Esto probablemente tenía algo que ver con su profesión.
Después de todo, era calmada y estable.
¡Y además valiente!
Pronto, empezó a montar con gran habilidad.
Incluso empezó a enamorarse de esa sensación.
Cabalgando a toda velocidad, el viento que le golpeaba la cara dispersaba todos sus malos pensamientos.
—¡Arre!
Ella corría libre y salvajemente por la amplia pradera verde que parecía no tener fin.
Rodrigo al principio temía que ella se cayera del caballo.
Pero ella aprendió a montar tan bien y tan rápido.
Fue una sorpresa.
Torres se acercó a Rodrigo a caballo y preguntó: —¿Su esposa sabía montar antes?
Porque era raro que una mujer montara tan estable y rápidamente la primera vez.
Rodrigo respondió: —Es su primera vez.
Torres expresó su sorpresa: —Vaya, entonces tiene un gran talento.
—Su talento está en curar y salvar vidas —dijo Rodrigo con orgullo de su profesión.
Aunque vivían en una