En la oficina muchos empleados volteaban a mirar a la hermosa pareja, ellos no sabían quién era esa bella mujer que acompañaba a su jefe, la recepcionista muy profesional los recibió con los buenos días, Martín quién ya estaba trabajando desde temprano ya le tenía a su malhumorado jefe el café de todos los días y la agenda preparada
Señorita Camill, jefe, buenos días, disculpe por no tenerle café, no sabia que vendría pero le puedo traer uno de inmediato, dígame como lo prefiere?
Oh! un capuchino me encantaría Martín! _ enseguida señorita, Martín salió de la oficina apresurado a cumplir la encomienda, Cristóbal seguía molesto por lo de querer ir a casa de Mendoza, su esposita si que era muy audaz, eso solo se daría sobre su cadaver, él no la dejaría sola con su rival de amores
Poco después Cristóbal tuvo que entrar a la sala de juntas, Camill se había quedado afuera pero por una rendija podía observar sus movimientos tan seguros, el hombre con tanta seriedad