Capítulo 18

De regreso a la clínica encontré al señor Peña, otro de mis pacientes, que estaba de salida luego de haber cumplido con su cita médica. -¡¡¡Doctora Povilaityté!!!-, se emocionó al verme.

-¿Cómo va su tratamiento, señor Peña?-, le di un besote en su mejilla que lo azoró.

-Progresando-, me dijo con el rostro sin embargo desencajado, afligido y desilusionado, casi como perdido en el limbo. No me podía engañar. No había mejorado ni un ápice. Yo sabía que no era verdad lo de su progreso. Sus ojos lo delataban.

-Me gustaría conversar con usted, cuando le toque su próxima consulta-, le pedí.

Entré a mi consultorio y llamé al doctor Davids que estaba a cargo del tratamiento de Peña. Le pregunté sobre su evolución y su respuesta a las terapias que le programé.

-Es un caso perdido-, fue lo que me dijo Davids con tono fatalista. Eso me enfureció.

-Usted no puede ser tan lapidario-, le reclamé pero él me colgó de repente. Molesta como estaba me dirigí donde el doctor Brown. L
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