Adrian y su pandilla se miraron, confundidos y desconcertados. No sabían qué hacer.
Charlie les había dicho precisamente que se perdieran, y ellos sí querían salir de aquí inmediatamente, pero ninguno se atrevía a moverse, sintiendo que Charlie no había terminado lo que estaba diciendo.
Era simplemente porque no entendían lo que Charlie quería decir.
Por otro lado, Charlie tampoco iba a dejar que lo descubrieran. Al igual que Kenneth lo descubrió, debía dejar que ellos mismos lo experimentaran.
Al ver que el grupo de hombres seguía de pie, mirando a su alrededor como una pandilla de tontos, Charlie reprendió con firmeza: "¡Les doy tres segundos para salir de aquí o podrán quedarse siempre!".
Como si le hubieran perdonado, Adrian hizo un gesto a la multitud y ordenó: "¡Vámonos!".
Todos empezaron a girar para irse, pero el Señor de la Guerra y el Maestro del Reino seguían arrodillados en el suelo.
Tenían muchas ganas de abandonar este lugar, pero no podían ejercer ni una pizca de