—¿Y ahora de qué sirve hablar de eso?
—Diana, ¿de verdad te vas a divorciar?
—Sí.
—No, no, piénsalo muy bien. Yo veo que Manuel todavía siente algo por ti, eso no es algo que cualquiera de esas mujeres de afuera pueda superar. Además, ¿cómo vas a vivir sola si te divorcias? Esto no es un juego.
Diana empezó a sentirse algo impaciente.
—Mamá, mis asuntos los manejo yo. No te preocupes por mí.
—¿Acaso ni siquiera puedo decirte un par de cosas?
—Mejor regresa a casa.
Diana se acercó a la calle y levantó la mano para detener un taxi, decidida a mandar a Paola de regreso.
No era fácil conseguir un taxi en ese momento, pero después de esperar un largo rato, un coche negro se detuvo justo frente a ellas. La ventanilla trasera se bajó lentamente.
El rostro frío y apuesto de Valentín apareció dentro del coche.
—¿A dónde va, señora? La llevo.
—No hace falta. —Diana rechazó la oferta instintivamente.
—Le estaba preguntando a la señora. —Valentín se dirigió de nuevo ligeramente hacia Paola. —Hoy