Julietta.
Cuando aterrizamos en Roma. Ya era de noche. Pase la mayor parte del vuelo dormida.
Realizamos todo lo de rutina en el aeropuerto y nos dirigimos al estacionamiento. El chofer de la familia ya se encontraba esperando por nosotros.
Marcos y Evangelina fueron los primeros en entrar al auto. Cuando me disponía hacerlo Christiano me tomo del brazo y me lo impidió.
Nosotros no. Nos vamos con ellos—dijo.
¿Y eso? –pregunte.
Porque nos vamos en mi auto—respondió. No le di importancia y me fui con el en su auto, el cual estaba en el mismo lugar en donde lo habíamos dejado cuando nos fuimos de viaje.
Subí al auto y me abroche el cinturón. Christiano se encargo del equipaje.
Al poco rato de haber salido del aeropuerto me percate de que no estábamos yendo por el camino frecuente para llegar a la casa.
¿Por qué has tomado esta vía?—pregunte.
Es más rápida—respondió.
¿Para llegar a la casa?—
No. —dijo.
¿Entonces a donde?—
A nuestra casa—dijo si quitar la vista de la vía.
¿A nuestra casa?