Axel Vega Lazcano
León, Guanajuato, México
Mi hermosa Amaia estaba celosa o no habría salido de esa forma tan intempestiva como salió de mi oficina, no me disculpé con la güera y poco me importó dejarla sola en mi oficina, para ir detrás de la mujer que amo.
–Amaia, alto ahí por favor – Ella comenzó a correr cuando me supo cerca – Tenemos que hablar, cariño.
Ella no me hizo caso y siguió caminando sin importarle que iba detrás, no se detuvo para nada, no me gustaban los berrinches.
–No quiero hablarte Axel, déjame en paz – Ella estaba llorando y eso no lo soportaba – Me largaré a hacer mi tarea a otro lado, buen provecho.
Ella alcanzó a salir a la calle y se fue corriendo lo más rápido que pudo por un callejón que estaba al lado del despacho, ahí la alcancé y la pegué a la pared, no le iba a permitir que siguiera huyendo de esa manera, ya no pudo huir más, estaba aprisionada entre la pared y yo, ahogada en llanto y sin levantar la mirada para verme a los ojos.
–Amaia cariño, no tienes