Amaia Domínguez García
León, Guanajuato, México
La escenografía era aún más impresionante, había muchos ramos de girasoles por toda la suite y más pétalos, velas y peluches por todos lados. Hasta que vi la cama tan grande, espaciosa y hermosa, con un corazón hecho de rosas que tenía las iniciales “A & A”.
–Axel, gracias por esto, es perfecto – Lo abracé y lo llené de besos – Me encanta, pero no era necesario que hicieras todo esto.
–Nada es suficiente cariño, cuando se trata de ti ¿Quieres una copa de vino? – Me ofreció.
–Claro que sí, por favor.
Axel destapó una botella de vino tinto, Castillo Ygay, sirvió el vino en dos copas y me dio una. Yo levanté la vista y se me dispararon las pulsaciones en cuanto lo veo, es él y siempre ha sido él. Axel, conecta su mirada con la mía y nuestro contacto visual se establece, sin yo saber si sería capaz de romper esa conexión maravillosa. Yo solo quería seguir mirándolo a él y a sus hermosos ojos verdes.
–Amaia, brindo por ti y por nuestro prime