PDV. Elena.
Al entrar a la oficina de Hassam, en su mesa redonda para reuniones, estaban su majestad el Sultán Nasser, un hombre joven robusto sentado a su derecha, mi hijo Esteban hablando con él entre árabe e inglés y mi madre con cara de boba cargando a Paula. Era una imagen sub real.
– Míster N. – me corregí rápido– Perdón su majestad, que sorpresa, que alegría que haya venido – rápidamente hice una reverencia, antes de tomar a Paula de los brazos de mi mamá.
– Elena, quiero felicitarla ha dado un discurso excelente de apertura a este proyecto, le deseamos mucho éxito – dijo con una sonrisa.
El hombre del lado se puso de pie, lo que llamo mi atención, y pude notar un cierto parecido e