Tres años después.
El pelinegro empotra a la rubia contra la puerta, sacándole un gemido casi ahogado al levantar su vestido, despejar sus bragas y entrar en ella.
—No creas que porque te han bautizado, se podrán borrar todos tus pecados —murmura con voz ronca.
—N-No me importa… pecar… ahhh —gime, rodando los ojos.
Las manos de Dorian tocan todo su cuerpo como la primera vez, perdiéndose en ella. Leslie gime, intentando tocar el cuerpo grande que la controla, pero él deposita sus ganas de ella sin darle tiempo de ejecutar otros movimientos.
Es increíble. Han pasado los años y él se sigue sintiendo como un jodido adicto de ella; de la forma en que cuida de él y le da su amor; de la forma en que su sexo lo envuelve siempre con devoción, llevándolo al clímax tan rápidamente, y volviendo a encenderlo, tan resistente como un verdadero semental.
Cuando era actor porno podía durar horas con una sola mujer y solo correrse cuando le daba la gana, pero con ella, con su pequeña rubia,