El Secreto del Magnate
El Secreto del Magnate
Por: Michael Killian
Prólogo

— ¿Todo se encuentra en su respectivo lugar? —Pregunta Harrison.

—Si señor, todo está en su sitio. Solo es cuestión de tiempo antes de que, el señor Everson tenga el pequeño problema.

—Muy bien, puedes irte.

El hombre desconocido asintiendo, toma eso como su señal para salir de la habitación. Thomas se gira en su respectivo sitio, posicionando su mirada desde la ventana de su despacho, observando con calma la oscuridad de la noche, esperando el momento exacto en que recibirá la tan aclamada noticia.

—Esto es lo que pasa por inmiscuirte en mis planes Everson, si tan solo. No te hubieses involucrado, esto no te tendría que pasar, terminaste siendo otra de mis piezas…

El ahora dueño del grupo familiar, se encuentra a la espera de las noticias del deceso de su suegro. En su rostro, no se encuentra ningún tipo de emoción viéndose desde otro punto de vista, es como si fuera insignificante lo que va a pasar.

Es increíble hasta donde es capaz de llegar una persona, para poder lograr sus objetivos. Harrison no tuvo problemas en seducir a la hija de Everson para obtener lo que quería, el poder del grupo. Uno que ha permanecido como una herencia familiar, vinculada con los Graham. La familia de su esposa.

¿Quién podría imaginarse que el siempre dulce Harrison, tendría planes tan macabros entre sus manos?

—Contigo fuera de mi camino, no hay nadie que se interponga en mi camino, ni siquiera tu amada hija será capaz de detenerme.

El hombre de mirada fría, sonríe con deleite. Solo de imaginar el poder que sobrevendrá a sus manos, en el momento en que el anterior dueño de la empresa muera. Sus pensamientos se ven interrumpidos, por el sonido de su móvil personal.

— ¡Harrison, mi papá él…!

Al contrario de los lamentos de su esposa, la indiferencia comienza a ceñir cada una de sus facciones. Sin soportar en lo más mínimo a esta fastidiosa mujer, no para de quejarse, además de que es solo una niña con ganas de ser atendida. Es simplemente ridículo como tuvo que permanecer lo que fueron años para él, hasta poder colocar todas las piezas en su respectivo sitio.

—No te preocupes preciosa, solo dime donde se encuentra.

Así comienza el camino de Harrison hacia el éxito, con su suegro fuera de la ecuación, solo le hace falta despejar un par de incógnitas, para poder llegar al final de su objetivo.

(***)

En estos momentos, Ava se encuentra a punto de perder la cabeza. El amor de su vida; su padre. Ha muerto, dejándola con un profundo dolor en su pecho, la chica se encuentra desplazándose por toda la estancia, esperando que lo que acaba de escuchar sea mentira.

—No, esto tiene que ser mentira. Mi papá, él no puede haber…

No es para menos que la chica se encuentre en negación, ya que su padre. Ese que la vio crecer, y le dio todo lo que necesitaba, desde amor, hasta un lugar cálido, ha fallecido en un accidente automovilístico. Lo que más le extraña es que su esposo no se ha reportado al respecto luego de su llamada.

— ¿Dónde estás, Harrison, porque tardas tanto?

Ignora la punzada en su pecho, permitiendo que el carril de los recuerdos se presente en su cabeza. Recordando, vagamente, el momento en que su esposo y ella se conocieron en la universidad en la cual ella obtuvo dos maestrías, siendo una de ellas en derecho.

Estaba viviendo lo que era para ella, su vida de ensueño. Viviendo con su actual esposo, disfrutando de todos los beneficios que le ha traído estar en una posición acomodada. Anteriormente, se encontraba de compras con su mejor amiga; la cual es fanática de ellas, cuando se enteró de la noticia.

Tomo la decisión de correr hacia el hospital en cuanto se enteró, dejando atrás a su mejor amiga, y sin decirle a su madre lo que ha ocurrido. Lamentablemente, no hay nada que pueda permanecer en secreto por mucho tiempo.

— ¿Familiares del señor Everson Graham?

— ¡Yo, soy su hija doctor! —Ella se levanta de su asiento, corriendo con rapidez hacia el encuentro con el doctor.

—Señorita, lo que voy a decirle…

Al momento que las siguientes palabras salen del doctor, ella se derrumba por completo. No teniendo a nadie que pueda protegerla de su caída, no le queda más que derrumbarse por completo en el suelo del hospital. Se estremece al sentir unas manos sobre sus hombros, girando su rostro, se encuentra con su amado.

—Cariño, mi papá, él a… —No es capaz de concebir la información que acaba de recibir, y mucho menos de repetir lo que le acaba de decir el doctor.

—Tranquila, cariño, lamento, no haber podido llegar a tiempo, pero, aun así, fui capaz de escuchar lo que el doctor acaba de decirte pequeña.

— ¿Ahora que haremos, sin mi papá…?

—Trata de estabilizarte amor, hagamos todos los procedimientos necesarios. Después pensaremos en lo que haremos a continuación.

Ava se deja guiar por su esposo, sintiendo que lo que él dice es lo más correcto. Es justo en ese momento, cuando ella siente que se apaga, rompiendo por completo con su fachada de niña viva, haciendo que su luz se vea apagada. Lo cual resulta siendo una completa pena, es horrible ver como una mujer tan hermosa, y con tanta vida. Se rompe.

Comienzan a pasar los días, llega el día del funeral. Lo que supuso ella que sería un momento emotivo, resulto siendo todo lo contrario, no vio por ninguna parte a los amigos de su padre, sus socios comerciales no tenían ningún tipo de expresión en su rostro, como si el que estuviese en esa urna fuese un completo extraño.

Ella se siente profundamente perdida, no obstante. Cuando su madre, se enteró de la noticia, la mañana siguiente, cambio por completo. Refugiándose en el alcohol, de esta manera la familia Graham se ve atrapada en ciclo tóxico de autodestrucción. Si ellas tan solo supieron que nada de esto fue una casualidad. Si no que fue debidamente planeado.

Un par de horas después de llegadas a su mansión familiar, todo cambia por completo. Su esposo comienza a hacer propuestas ridículas.

— ¡No tienes permitido salir de casa!

— ¿¡Cómo!? ¡Tú no puedes prohibirme nada!

A pesar de la supuesta fuerza en su voz, no es imposible notar como esta tiembla por momentos. El hombre que tiene frente a ella, dista mucho de ser el hombre que conoce desde hace más de un año.

—Cariño, yo puedo prohibirte lo que sea, y tú no puedes hacer nada. ¿Sabes por qué? —Él se inclina con una mirada despectiva en su rostro—. Yo soy tu dueño, tanto tú, como el grupo es mío.

— ¡Claro que no, eso lo dejo mi padre…! —Un fuerte jadeo sale de los labios de Ava, a la vez que siente una punzada en su mejilla—. ¡Tú, me pegaste!

—Deja de recalcar lo obvio, niña, eso es solo para que entiendas que tú no tienes ningún derecho de ahora en adelante. Prepárate, porque lo que vendrá de ahora en adelante será un completo infierno para ti.

— ¿¡Que te sucede Harrison!? ¡Tú no eres así!

—Al contrario, preciosa, ahora estoy siendo la persona que siempre fui.

Sin mediar otra palabra, él sale de la mansión con una mirada de suficiencia en su rostro, haciéndoles una señal a los guardias. Ellos proceden, comienzan asegurando todo el lugar, es justo en ese momento que la mansión, pasa de ser un hogar cálido, a ser la prisión de Ava Graham.

—Deberías sentirte agradecida, después de todo les estoy permitiendo quedarse en ese sitio. Además, que no estás sola, tienes a la borracha de tu madre para hacerte compañía —Murmura, con una sonrisa en su rostro.

Procede a subirse en su auto, con único destino hacia la empresa. En el camino, se encuentra meditando en cuál vendría a ser su siguiente movimiento. Uno más macabro que el otro.

—Muy bien, con Ava fuera del camino. Es solo cuestión de tiempo para que mi felicidad se vea reanudada.

Desbloquea su móvil, encontrándose con una foto en su galería. La cual hace que su rostro frío cambie por completo, siendo reemplazado por una mirada de regocijo.

—Pronto estaremos juntos. Solo faltan dar un par de retoques más.

El hombre no tarda mucho en llegar a su destino, se baja inmediatamente seguido de sus guardias de seguridad. Sube con calma al piso superior.

—Señor, hay unas personas esperándole en el despacho.

— ¿Quién te dio el permiso para dejarles entrar? —Inquiere furioso.

Antes de que su secretaria pueda decir más, él entra a su oficina. Al momento de entrar se encuentra con varios hombres, estos le hacen fruncir el ceño al instante. Camina con lentitud hasta ellos con muchas dudas corriendo por su cabeza. No comprendiendo de donde salieron todos estos desconocidos.

— ¿Quiénes son ustedes, y que hacen en mi empresa? —Pregunta inmediatamente.

— ¿Usted es Harrison Thomas?

— ¿Quién pregunta? —Se pone en guardia al escuchar la familiaridad en esas palabras.

—No importa quienes somos, lo que realmente importa en estos momentos. Es como tienes pensado compensarnos.

— ¿Compensarlos? Ni siquiera sé quienes son.

A medida que se acerca, los hombres se abren, revelando a una señora con un bastón con motas doradas en él. Lo extraño, es que Harrison no sabe quién es esta extraña mujer, mucho menos entiende de donde ha salido.

—Muchachos, háganle un espacio.

— ¿Como…? —Antes de que Thomas pueda rechistar, se acercan para tomarle y posteriormente lo sientan en una de las sillas de su propia oficina.

—Déjame contarte una historia…

Al ver la mirada fulminante en el rostro de la señora, él comprende que no hay nada que pueda hacer que la haga cambiar de opinión, y si a eso le sumamos que se encuentra rodeado de varios hombres fornidos. Si antes no se encontraba dispuesto, ahora sí.

—Disculpe, señora, yo no sé quién es usted. ¿Que tiene que ver esa historia conmigo?

Ella le ignora, comienza a relatarle un accidente. En el cual su nieto se encontraba, y después de muchas horas de no conocer el estado final de él, en compañía de muchos momentos de inquietud, en compañía de muchos diagnósticos, que aseguraban que el hombre quedaría en condiciones críticas. Pudieron salvarle la vida, aunque esto, hizo que dicha persona quedase en estado vegetativo.

—Sigo sin entender, ¿Qué tengo que ver yo con todo esto?

—Tiene que ver y mucho, porque al anterior dueño de este sitio. Es quién iba manejando el otro auto, que causo la colisión, y que mi amado nieto quedase en ese estado.

Esa noticia es como una explosión en la mente de Harrison, ya que nunca esperaba que su intento de asesinato, resultará en la ofensa de esta familia, que él intuye por su manera de expresarse, que no es para nada simple. Si no todo lo contrario.

— ¿Qué quieren a cambio? ¡Yo no tenía idea! —Se levanta rápidamente de su asiento.

—Tienes una semana para pensar en la compensación que nos darás, solo eso te digo.

Sin decir nada más, todos salen del lugar. Dejando a Harrison en el interior, lo que antes era una mirada de pánico, se ve transformada por una de completo deleite. A la vez que está se va aclarando con un par de ideas, que no hacen más que hacerlo sonreír de manera más amplía.

—Vaya, vaya, parece que podré deshacerme de ti antes de lo creído.

El dueño del grupo, Graham, después de meditarlo por mucho tiempo por fin llega a una concesión. Lo que genera un gran dolor de cabeza, es como hará para convencer a esa mujer, una que ha intentado escapar una cantidad insana de veces de la mansión, causándole un dolor de cabeza tras otro.

—Es momento de que tome cartas en el asunto —Este pensamiento le hace tomar una decisión.

Estaciona un par de minutos después en el sitio donde vive actualmente su esposa. Entra sin mucho problema, y desplazándose a través de los pasillos llega hasta su habitación.

— ¿Como estas mi amor?

— ¡Yo no soy tu amor! —Se levanta con furia de su asiento, yendo hacia el hombre con una mirada lívida en su rostro.

Hace falta tan solo una seña, para que Thomas llame a sus guardaespaldas. Los cuales la toman de cada uno de sus brazos, impidiendo su acercamiento.

— ¡Suéltame!

—No sin antes hablar como las personas civilizadas que somos… —Antes de que ella pueda aportar nada más, Harrison llama a otros dos hombres al lugar.

— ¿Qué vas a hacer…? —Su mirada decidida, cambia al instante por una temerosa.

—Si sabes lo que te conviene, es mejor que te portes bien.

—Por favor Har, mi mamá no tiene nada que ver en esto. Déjala ir.

—Todo depende del cual sea tu respuesta.

— ¿Mi respuesta con respecto a qué?

—Cállate y escucha.

Sin desperdiciar más tiempo, él comienza a plantear sus condiciones. Sin importarle en lo más mínimo la mirada de infelicidad en la mujer, que supuestamente él aseguró amar en el pasado, bajo la atenta mirada de sus suegros.

— ¡No, definitivamente no!

— ¿No? ¿Estás segura?

— ¡Claro que sí! ¿¡Cómo se te ocurre casarme con un hombre en ese estado, con qué fin!?

— ¿Acaso no escuchaste que si no fuese por tu madre, no nos encontráramos en este problema?

— ¡Me niego, rotundamente, a dar mi consentimiento al respecto!

—Cariño, ¿Cuándo vas a entender que tu consentimiento es lo que menos necesito? ¡Vas a casarte con ese vegetal, si no quieres que tu madre sufra las consecuencias!

— ¡No te atreverías!

— ¿No? ¿Estás completamente segura?

El rostro furioso de Ava, cambia por completo cuando ve a uno de los hombres sacando algo de su chaqueta. Miedo adorna cada una de sus facciones, vislumbrando el arma de fuego apuntando a la nuca de su madre, a una distancia aparentemente segura.

— ¡No lo hagas, por favor no!

—Esa no es la respuesta que espero, y lo sabes… —Ava, viendo como el hombre presiona levemente el gatillo, toma su decisión—. ¡Acepto, solo no lo hagas!

—Eso era lo que deseaba escuchar preciosa.

Ella le ignora por completo, dejándole partir de la sala. Lo más triste es que su madre no se dio cuenta de nada lo que estaba a punto de sucederle, y el cómo su vida sirvió como una especie de moneda de cambio. Una que dejará a su hija sin escapatorio.

—Madre, ¿Cómo es posible que hayas llegado a esto?

Se arrastra por el suelo, hasta llegar al cuerpo de su madre durmiendo pacíficamente. Al momento que ella se acerca, percibe, a través del olor, el alcohol en su piel, ebria hasta el punto de ser completamente irreconocible. Es como si fuese un muerto viviente, ya no queda ni la sombra de lo que alguna vez fue su amada madre.

— ¿Será que ahora estoy sola en el mundo? —Murmura, sintiendo sus ojos llenándose de lágrimas, al caer en lo que ahora es su realidad.

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