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Capítulo 5: Te pareces a alguien que conozco

Normalmente no suelo despertarme temprano pero este día fue la excepción solo por Elaine quería que la acompañara al gimnasio, menciono que necesitaba de mi ayuda para mantener mi mirada en un chico del cual a ella le atrae pero necesita que él se dé cuenta de su presencia y no exactamente sintiendo la mirada acosadora de Elaine sino dándose cuenta que ella está ahí y que existe.

Por un lado no le gustaba la idea de ser yo los ojos de Elaine, de tener que observar al chico de una manera acosadora mientras mi amiga distrae su mirada o se concentra en hacer ejercicio en las máquinas del gimnasio; no me parecía buena idea eso y más porque el chico puede llegar a sentir mi mirada acosadora y yo no quiero ser por un lado parte del plan si no llega a funcionar.

Yo solo decidí acompañar a mi mejor amiga por el hecho que pensé que necesitaría apoyo pero en mi vida no imagine que ese apoyo se convertiría en una ayuda de la cual ya no puedo librarme; ya que si le digo no a Elaine sé que ella terminará por dejarme ir y se irá desilusionada al gimnasio y recordando cómo es ella, se irá con una carita de perrito regañado que cualquiera se detendrá y le preguntará que le pasa. Y aunque esos gestos no tienen efecto en mí, solo me dispongo a pensar en que las amigas se ayudan para todo hasta para hacer que el chico que le gusta a tu mejor amiga, se fijé en ella para al final convertirse en algo así como tu futuro cuñado.

Entramos al gimnasio y la más alegre en ir a las máquinas de ejercicio es Elaine, ella dio su tarjeta para pagar las horas de ella y las mías para luego hacerme una señal para que la acompañará a los vestidores; cruzamos unos pasillos que contenían ventanas de vidrio transparente donde podía a ver personas haciendo ejercicio, otras bailando y otras concentrándose en el yoga; hay tanto tipos de ejercicio, máquinas y profesores que no es hasta que me doy cuenta que el lugar parece ser costoso.

Alcanzo a Elaine y me doy como ella se camina pero se queda observando una ventana donde se encuentran varias máquinas de correr, pesas y spinning. No puedo diferenciar entre todos los hombres que se encuentran en el lugar, cual es él que Elaine le atrae y por si fuera poco la mayoría de ellos tienen unos grandes músculos de brazos, piernas y abdomen que se les marca con las camisas que se pegan a su cuerpo.

Trago fuerte e intento concentrar mi mente en algún pensamiento o alguna recordatorio para no tratar de imaginar de nuevo aquellos buenos cuerpo bien hechos y construidos. Me doy cuenta que Elaine me ha llevado a la misma tentación y es cuando me pregunto si ella realmente viene aquí para hacer ejercicio o solo para admirar aquellos cuerpos.

Cuando entramos en los vestidores observó cómo solo hay tres chicas más en el lugar además de Elaine y yo; ellas mientras se ataba los cordones de los zapatos o se enrollan el cabello con una cola de cabello, escuchó como mi amiga empieza a abrir la mochila en donde trae sus cosas de ejercicio para luego sacar la ropa y los tennis; pero después de que los deja en la banca, observó cómo saca otra ropa y otro par de tennis de los cuales me quedó admirando por un buen tiempo, ella que no me da la mirada hasta que me pone en frente de mí sus pertenencias, hace que enarque mi ceja y retroceda un centímetro para verla de manera confundida.

— ¿Qué quieres que haga con la ropa?—ella empezó a reír.

—No me digas que pensabas que solo vendrías al gimnasio a ver y no hacer algo imperativo—dejé ir un gruñido.

—No, ni loca haré ejercicio aquí—me negué a tomar la ropa.

—Ya pague por ti para que usaras cualquier máquina así que ahora, no pienses en quedarte parada mientras observas al chico sino esta vez sí dirás que lo estas espiando—achine mis ojos molesta.

Lo haría solo porque ya pago el servicio de usar las máquinas no porque estuviera emocionada de hacer ejercicio; tomé su ropa y me di cuenta que se trataba de un conjunto de licra negra y un top color rosa, casi mis ojos se salen de su lugar al ver la ropa que ocuparía y cuando intenté protestar observé como Elaine empezaba a quitarse sus jeans y su blusa para ponerse su ropa deportiva.

Si ella por lo menos me hubiera dicho que no solo vendría a observar sino que hacer la mentira de hacer ejercicio, hubiera traído mi propia ropa para no sentirme tan incómoda con las próximas miradas; así que mientras me quitaba el suéter y la camisa, puse el top que me quedaba tres dedos abajo de mis pechos y con la licra sentí casi mi cuerpo apretado porque se ajustó a mis piernas y a mi trasero; así que al ponerme los tennis y esperar a que Elaine se terminará de hacer un moño en el cabello, termine por verme en el enorme espejo que había en los vestidores, podía ver como mi cuerpo no necesitaba de mucho ejercicio por la idea de que sigo siendo delgada y no quemaría mucha grasa además de que fuera en otras partes de mi cuerpo.

— ¿Nos vamos?—Asentí a las palabras de mi amiga para comenzar a caminar.

En el camino, podía ver como mi amiga movía las caderas de un lado hacía el otro como si estuviera bailando, por supuesto no me enteré que lo hacía porque a nuestro alrededor se encontraba varios hombres en los pasillos tomando un descanso donde cada uno de ellos pude sentir su mirada en mi cuerpo, lo cual hizo erizar mi piel; intenté cubrir con mis brazos aquellas partes que quedaron descubiertas gracias a top que es muy pequeño, y aunque me sentí extraña al tener muchas miradas en mí como si trataran de evaluarme, solo suspiré e intente no pensar en que mi cuerpo empezaba a ser devorado por comentarios y miradas.

Entramos a una habitación de ejercicio y Elaine me invito a ir a la caminadora, así que mientras ambas poníamos un número específico de nivel para comenzar a hacer ejercicio, la máquina empezó a mover la banda haciendo que comenzara a caminar al mismo paso que mi amiga.

Ella además de entretenerse en hacer pequeños trotes en la máquina, comenzó a buscar al chico de sus sueños por todo el salón y aunque yo preferí concentrarme en hacer ejercicios, la mayor parte no llegué a hacerlo por el motivo que a mí alrededor se encontraban muchos espejos en los cuales podía observarme y observar a todas las personas, verme casi en la postura en que corría y mis pechos se movían bajo la tela del top al hacer algunos trotes hizo que me avergonzara y pusiera varios minutos mis manos sobre mis pechos como si estuviera cruzando mis brazos en un lugar incorrecto, pero un segundo dejé de hacerlo al ver que varias personas se encontraban concentradas en su propio mundo del ejercicio, así que quite mis brazos para seguir moviéndolos de adelante hacía atrás aunque por un segundo no evite la curiosidad de mirar a todos los hombres del salón.

Muchos de ellos se encontraban haciendo pesas o ejercicios de piernas y brazos; otros simplemente eran entrenadores que se encargaban de enseñarles, mostrarles, ayudarles y motivarles a hacer ejercicio a sus aprendices.

Sin darme cuenta, había empezado a sudar y aunque el nivel de la máquina fue subiendo por sí sola, solo seguía trotando como una loca, no me sentía ni cansada ni mucho menos aburrida de repetir el mismo movimiento de piernas, simplemente seguí moviéndome hasta que terminara los primeros quince minutos de ejercicio, así que al ver que Elaine empezaba a cansarse y a tomar aire por la boca, me di cuenta de que ella pronto terminaría por parar, pero al escuchar el sonido del cronómetro sonar, ambas disminuimos el movimiento de la máquina hasta poner los pies en el suelo.

Elaine me paso una botella de agua con una toalla para limpiarme el rostro; apenas hice esto cuando ella tomó aire y luego se trasladó a otra máquina de piernas.

Miraba a mis lados buscando al chico que a ella le llamaba la atención, los pocos datos que ella me ha dado de él, es que su cabello es negro, sus ojos color miel casi como ámbar, alto y por supuesto con un rostro esculpido por los dioses.

Lo malo de todo esto es que en el salón se encontraban como diez hombres de espaldas con cabello negro y aunque los espejos ayudaran un poco para ver la figura de su rostro, ninguno de ellos tenía la característica especial de los ojos color ámbar, ya que si no son cafés son verdes o azules. Así que de nuevo hice un recorrido con la mirada pero no ubique al chico así que intente concentrarme en hacer pesas con los pies.

Lo positivo de estar sentado y nada más levantar el rodillo de la pesa para que esta se elevará detrás de mi espalda es que al hacer el ejercicio podía entretenerme mirando a cualquier lugar sin tener que levantar la mirada y luego volverla a ver en la máquina y aunque hubo varios minutos en que hice ejercicio con la misma máquina no llegué a encontrar a aquel chico.

Cuando me levanté de mi lugar para llamarle la atención a Elaine y decirle que su chico no había llegado, ella dejo ir un pequeño grito de emoción por lo bajo para luego morderse el labio inferior; pronto mis ojos se ubicaron en un hombre que empezaba a entrar al salón, lleva una camisa azul de tirantes gruesos donde se le reflejan los músculos de sus brazos, su mirada la mantenía en el lado derecho y parecía disfrutar de la mirada de varias chicas que empezaban a babear por él. Paso su mano sobre su cabello negro y pronto algunos mechones le cayeron en la cara haciendo que ajustará de nuevo aquellos mechones traviesos detrás de los otros cabellos para luego irse a una esquina donde saludo a otra persona y ambos se dieron un abrazo donde lo siguiente que vino hizo que yo fuera la siguiente en sorprenderme.

Al lado del chico que le gustaba a mi amiga se encontraba mi vecino... ¡Mi vecino! Llevaba puesta la misma ropa de su compañero solo que de distinto color, la camisa color negra y los shorts del mismo color solo que con unas rayas verdes fluorescentes a los lados, los ojos de él resaltaban el color de la ropa y casi se me va la respiración al ver sus torneados y fuertes músculos que se marcaban en sus brazos y dentro de la tela negra de la camisa. Los mechones de su cabello castaño oscuro se encontraban un poco mojados y más aquellos que se han salido de su lugar; dejo ir una risa  hasta que al ver que movió su rostro casi o quizás en mi dirección, yo tuve que quitar mi mirada para concentrarme en los movimientos de la bicicleta en donde se encontraba Elaine aún atrapada en las nubes de aquel hombre con bonitas facetas corporales.

— ¿No crees que es guapo?—Suspiró Elaine.

—Por favor, no seas tan obvia con la mirada—le reprendí.

—No puedo...—volvió a chillar. —Lo quiero para mí—dijo en susurro.

— ¿En qué sentido lo quieres? ¿Para un sexo o para una pareja?—le pregunté.

—Ambas cosas. Aunque sé que se cumplirá más la primera porque la segunda veo que no da muchas posibilidades y más porque hay muchas zorras que también lo desean—gruño molesta como si marcará territorio.

— ¡Elaine!—le dije molesta.

Antes de poder decirle algo más, sentí una presencia a mi lado hasta que al ver de reojo, el color conocido de la camisa me hizo darme cuenta que ya se encontraba con nosotros la persona con la cual Elaine y yo estábamos hablando.

Por timidez o por vergüenza no quise mirar a la persona, en vez de eso mire a mi amiga quien se había quedado petrificada con la llegada inesperada del chico que a ella le gustaba, lo peor de todo esto es que ella ni siquiera disimulaba y si no fuera porque cerró la boca, se sostuvo de la bicicleta y llegó a tragar, hubiera imaginado que a estas horas ya se hubiera desmayado y yo estuviera auxiliando.

—Buenos días señoritas—la voz ronca del chico casi fue como una brisa caliente que erizaba la piel.

Lo peor de esto es que esa misma sensación la había experimentado con anterioridad con otra persona que no esta tan lejos de mí y aunque me sienta absurda de sentirme como una pequeña muñeca de porcelana que esperaba que nadie la botara, no tenía otras ideas en la cabeza además de ver este drama.

—Hola. —Casi había predicho que el saludo de Elaine había terminado por ser un susurro.

—Hola. —Salude por educación.

—Me encantan tus tennis. Son ¿Nike o Adidas?—A qué se debía esta conversación de zapatos.

—Gracias y son Nike. —Respondió Elaine nerviosa.

—Te deben de haber costado una fortuna, parecen ser los que acaban de salir a venta y a la vez, en edición limitada. — Él siguió entablando esa conversación.

—Un poco. Aunque es regalo de mis padres... por cumpleaños—mencionó ella.

— ¡Que suerte!—se admiró él. —Perdón por no haberme presentado antes, mi nombre es Adrién—le alzó la mano a Elaine.

—No lo lamentes, tampoco yo considere bien el saludo—cruzaba dedos para que ella no se sonrojara—. Mucho gusto Adrién, mi nombre es Elaine y ella es mi mejor amiga, Gemma. —Le di una sonrisa del cual, él me respondió de la misma manera.

—Mucho gusto. —Dije.

—El placer es el mío.

Al darnos la mano sentí como esta es dura, grande y un tanto pesada; hasta sus dedos son largos y si no fuera porque soy muy imaginativa, he comenzado a pensar que es el tipo de mano que a Elaine le encantaría tener de un chico y no necesariamente que fuera para tocarla sino que para agarrarle la mano, ya que por tendencia Elaine suele ser de las chicas pasivas pero extrovertidas que sueñan con un novio con facetas de chico malo y con una mano grande que pueda tomar... Sí, mi amiga es demasiado creativa con sus ideas e imaginándome este momento, ella debe de estar gritando de alegría en su interior; a su vez, podía ver algunas venas resaltarse en su mano y de cómo su color de piel de abajo es un poco más clara que la parte de arriba de su brazo.

—Dejé mi celular en mi mochila, lo buscaré porque mi mamá me llamará—comenté antes de irme y dejarlos solos.

Le hice un gesto a Elaine para que no protestara y así se quedará sola con Adrién, él que no dejaba de verme y a la vez su mirada luego se concentró en Elaine, parecía cómodo y relajado con la situación que no pareció despedirse e irse; así que con una señal de mano, me aleje de ambos para ir a los vestidores y quedarme un buen tiempo en ese lugar hasta que apareciera Elaine.

Solté mi cabello de la goma de cabello para luego peinármelo con mis dedos como si fuera un peine; me sentía más relajada con la idea de no seguir haciendo ejercicio y de haber terminado mi deber de buscar al chico que tiene enamorado a mi amiga; fue todo fácil que parecía como si todo hubiera estado planeado así que solo faltaba que Elaine terminará de hacer su trabajo y así ver si Adrién invita a mi amiga a salir.

—Qué casualidad—me detuve de golpe a escuchar esa voz.

Me di media vuelta y observé como detrás de mí se encontraba mi vecino, quien permanecía apoyado en la pared con los brazos cruzado y una sonrisa en su boca. Casi fue imposible no ver hacía atrás de él y enfocarme de unas dos mujeres que parecían comérselo con la mirada y por si fuera poco, creo que ambas estaban mirando su trasero o su espalda, ya que intentaban darse aire con la mano y a la vez se mordían el labio inferior.

—No esperaba encontrarte aquí—siguió diciendo—, creo que te tomaste en serio mis palabras al haberte dicho que no te veías joven—achine mis ojos.

No le dije ni una sola palabra, simplemente me gire con mis talones y seguí caminando. No podía creer lo odioso que es y más por si fuera poco sentía su mirada como si intentará evaluar todo mi cuerpo y a la vez buscará algo de él. Y aunque me sentía avergonzada por enseñar la parte de mi abdomen algo plano y sin alguna señal de músculos eso hizo que dejará en confidencia que no hacía ejercicio o que por lo menos, no lo hacía a diario.

— ¿Enojada?

Me sorprendí la velocidad en la cual ya se encontraba a mi lado, es como si hubiera corrido sin sentir sus pasos; gire mi cabeza varias veces a los lados para luego mirar hacia atrás y luego volver mi mirada hacía él que ni parecía cansado en haberme seguido.

—No te he perseguido si eso es lo que crees. Mi amiga me invito a venir—le comenté como si fuera de importancia contarle sobre mi vida.

—Tu amiga es guapa a comparación de ti. Creo que te tuvo lastima y por eso te invito a hacer ejercicio para que cambiaras ese cuerpo—lo miré histérica por sus palabras.

— ¿Te crees gracioso?—Encogió los hombros. —Idiota. —Refunfuñe.

Dejó ir una risa de burla mientras que yo cubría mi cuerpo con mis manos para que dejará de seguirme viendo; no sabía porque me hacía ver de menos que las demás mujeres que están muy ejercitadas de su cuerpo; además yo no tengo la necesidad de probarle a la gente lo bonito que es mi cuerpo, si no hago ejercicio es porque no se me da la regalada gana y no solo eso, me aburro de hacerlo. Por eso mi único ejercicio es a veces salir al parque a correr porque ese es otro de mis distractores para no pensar en todo el estrés que he tenido en la semana.

Pero no, ahora viene un Don Juan a decirme su opinión sobre mi cuerpo lo cual a mí me parece una mala broma de muy mal gusto y aunque quisiera quitarle esa sonrisa encarada de su rostro, prefiero solo cerrar mi puño y mantenerlo guardado detrás de mi espalda.

— ¿Es tu amigo?—Le pregunté con curiosidad.

— ¿Por qué? ¿Quieres ser otro de sus pasatiempos como lo será tu amiguita?—puse los ojos en blanco.

— ¿Qué tratas de decirme con eso?—le pregunté molesta.

—No es coincidencia que se sienta el olor a sexo entre ambos—lo mire extraña.

—No soy un perro, además no sé qué intenciones tienen ambos—comenté un poco incómoda.

Se quedó callado mientras miraba hacia atrás y notaba como las mismas mujeres de antes quitaban su mirada en él con disimulación.

—No te sientes incómodo al ser observado a cada momento—dirigió su mirada celeste en mí.

—Diría que sí, pero recuerdo que también una chica con licra negra y top rosa me estaba mirando unos minutos atrás como aquellas mujeres—hizo un movimiento con su pulgar señalando a aquellas mujeres.

—Que casual—rodé los ojos.

Intenté desviar mi mirada en él pero me llamó la atención unos tatuajes que se encontraban en su brazo y la parte del músculo de su brazo y si más no recuerdo uno en la parte de abajo de su nuca.

Parecía una simbología que ni yo misma podía interpretar, pero cuando el movió la cabeza y elevó una ceja, intenté quitar mi mirada de sus brazos antes que interpretará que en vez de descubrir los significados de sus tatuajes estaba mirando sus músculos.

—Caden...—Observé como él se dio la vuelta para mirar a la persona que lo llamaba.

Detrás de él se encontraba Adrién y Elaine, ella me sonrió y pronto se acercó a mí para hablarme en el oído pero antes me tomó del brazo y me alejó de aquellos dos hombres que también parecían hablar muy bajo.

—Adrién me invitó a desayunar con él—podía ver la emoción de Elaine en sus ojos.

— ¡Que buena noticia! Entonces, ¿te irás con él?—Asintió.

—Trajo su propio auto. Pero, no te sentirás mal si dejó que te vayas sola—negué con risa.

—No, vete tranquila. Yo me iré a casa sola, de todos modos, ya tuve mucha actividad por hoy—le dije cansada.

—Está bien y te debo una—rodé los ojos.

Estuve a punto de decirle que no cuando Adrién se acercó a ella y le sonrió mientras que detrás de él llegaba... ¿Caden? Creo que así fue que escuché que lo llamó.

—Solo me tomaré una ducha y te espero en el estacionamiento subterráneo—Adrién le guiñó el ojo a Elaine—. Fue un gusto en conocerte Gemma. Si no te importa, Caden puede llevarte a tu casa—mire como su amigo le hizo un rostro de horror detrás de su espalda.

— ¡Oh no! No será necesario, yo me dirijo para otro lugar—la verdad es que no quería irme con Caden.

—Escuchar eso, es medicina para mis oídos—murmuró Caden.

Adrién se dio la vuelta y le dio una mirada de desaprobación a Caden mientras que este lo miraba serio, encogió los hombros y le negó como si con la mirada se estuvieran hablando; y aunque ambos permanecieron por mucho tiempo en silencio, algo hizo que me quedará viendo su mirada y fue como ver un tono rojo luminoso y fuerte en los ojos de Caden mientras que en Adrién se mostraba un azul resplandeciente e intenso.

Pero en realidad, solo lo imaginé y lo intérprete de esa manera, ya que sus ojos seguían siendo del mismo color celeste de Caden y ámbar de Adrién; por lo tanto, terminaron de retarse hasta que Adrién suspiro con decepción y me miró algo molesto y cansado.

—Lo siento Gemma, no podré llevarte. Tengo una cita con alguien muy importante—comentó Caden.

—No importa, de todos modos no necesitaba de tu ayuda—le sonreí molesta.

—Gemma...—me llamó la atención Elaine por mi respuesta.

—Que joyita más dura—rió Adrién.

—Gracias por la ayuda Adrién, nos vemos pronto. —Me despedí y me di la vuelta antes que mi vecino me sacará de mis casillas.

Unos murmullos se escucharon a lo lejos antes que Elaine me alcanzará y me tomará del brazo para empezar a susurrarme por lo bajo que había interpretado mal las cosas y termine por ser descortés con Caden pero por un lado no pretendía ser amable cuando alguien me trataba diferente; así que preferí mejor no seguir con el juego de palabras de Elaine para irnos al vestidor, ambas darnos una ducha por separado y luego despedirme con ella mientras le deseaba suerte con Adrién.

(...)

— ¡Es un gilipollas presumido, narcisista y egocéntrico!—arrugué un papel mientras Justin dejaba ir una carcajada.

Le había comentado mi suceso de la mañana con Elaine sobre como Caden ha reaccionado últimamente conmigo como si yo fuera la persona más odiada por él como si me conociera y no es que me sienta aturdida con sus palabras o sus gestos de la mañana, simplemente al haberme ido caminando a mi casa, cuando llegue al edificio, observé como Caden se bajaba de su motocicleta con la misma mujer que me había encontrado la vez pasada junto con Justin; ella al ser perfecta y quitarse hasta con estilo el casco que le había dado Caden, ambos bajaron y pasaron en frente de mí sonriendo y riéndose como si recordaran un chiste, ni siquiera me detuve a ignorar la mirada de Caden pero mis ojos me engañaron y pronto había visto como la mano de él bajaba cada vez por la espalda de aquella mujer hasta dejarla por su cintura baja.

Y aunque a mí no me importaba lo que hiciera con aquella mujer, al final solo borré esa imagen de mi mente para irme a mi apartamento donde ni siquiera tuve unos minutos de paz cuando supuse que ambos estaban teniendo sexo fogoso y lo digo porque esa mujer grita peor que las gallinas al poner un huevo.

Deteste tanto los diferentes sonidos que me transmitían las paredes de mi habitación que preferí irme de mi apartamento para dar una vuelta por la ciudad y aunque creí que todo acabaría en la mañana, la chica se quedó toda la tarde con mi vecino que no dejaron de reírse y a la vez hacer un almuerzo equivalente a mucha proteína porque el olor a carne de nuevo se presentó en mis fosas nasales que casi vómito si no hubiera sido porque me tomé un té y relaje mi mente.

—Mejor dime porque estás molesta. Será ¿por qué estás celosa o por qué no te dejó descansar por la tarde?—Gruñí.

— ¡Esta claro que es la segunda! Cómo voy a sentir celos o tan siquiera una rivalidad por esa mujer. Simplemente detesto a mi vecino como cualquier tipo de persona normal—le mencioné.

—No le veo el problema a la situación. El único problema aquí es que no lo toleras por la razón que no te ha dado un trato merecido como quieres—Justin empezó a tomar sus cosas de los casilleros.

Tenía razón, esa es la respuesta a todas mis inquietudes del día. Ni siquiera sé por qué él me trata tan mal si yo no he sido la culpable de vivir a su lado y además nunca he sido de estorbo o molestia así como él suele ser desde que se fue a vivir a esos apartamentos y desde luego, ser mi vecino.

—El caso es que... solo ignora su presencia...—Le interrumpí.

—Es fácil decirlo porque no es tu vecino—resalté la oración.

— ¡Bien!—Rió. — ¿Quieres qué te pase dejando a tu apartamento?—Negué.

—Pasaré por una farmacia comprando tapones de oídos por si aún está su amante en su apartamento y se les ocurre hacer fiesta con la cama—Justin soltó de nuevo una carcajada.

—Está bien. Cuando estás así es porque quieres estar sola, no me lo niegues—encogí los hombros con indiferencia.

Me despedí de mi amigo mientras caminaba por las solitarias calles de Portland, específicamente el cielo se encontraba nublado con algunas nubes grises mientras la luna se mantenía llena.

A veces me preguntaba cómo es que tengo el valor de irme sola a mi casa sin pretender que alguien me persiga o intente hacerme daño, pero la idea de llegar a mi apartamento y escuchar ruidos hacía que me quitara las ganas de ir a dormir o por lo menos intentar hacerlo.

Apenas había recorrido unas calles cuando un aullido fuerte empezó a ser el eco de todas las calles, los semáforos empezaron a parpadear como algunas lámparas de luz, mientras aquellos aullidos no cesaban y seguían procesando como una melodía llena de dolor; dejé de caminar hasta que de nuevo, visualicé dos figuras correr por los techos de algunos locales, el reflejo de la luna fue lo único que hizo que mis ojos y mi mente procesaran la imagen rápido y se viera como dos figuras caninas correr muy rápido, una detrás de la otra.

Teniendo la curiosidad de saber que es aquello que están viendo mis ojos, fui la siguiente en correr intentando alcanzar a aquellas criaturas que no se llegaban a detener, ambas saltaban de edificio a edificio sin detenerse hasta que de manera extraña, arriba de mi cabeza saltó otra criatura, pasándose de un edificio al otro con un solo saltó perfecto que no lo hizo ni caer en cuclillas en el techo.

La última criatura es más grande que las otras dos y antes de poder entender lo que estaba pasando, la última atrapo a la que corría después de él dejando ir a la primera que estaba siendo perseguida; antes de poder seguir corriendo, me detuve al ver como ambas criaturas peleaban hasta darse un par de mordidas, arañazos y gruñidos fuertes que hicieron que el eco de sus sonidos de nuevo se esparciera por todas las calles solitarias.

Un aullido mucho más fuerte se hizo presente en el momento que la criatura más grande le daba una mordida a la otra un poco más pequeña, al morderlo la alzo y luego la tiro haciendo que el sonido fuerte de algo caer en los basureros de un callejón se escucharán.

Antes de poder moverme, la criatura grande alzó sus ojos rojos en mí hasta correr y desaparecer entre otros edificios dejándome atónita con lo sucedido.

El callejón donde había caído la bestia con un cuerpo más pequeño que la otra, no estaba a solo dos cuadras de mí así que dudando con lo que iba a hacer, camine con pasos temblorosos a aquel callejón en donde no sabía si me encontraría con una criatura sobrenatural o todo solo había sido otra ilusión mía en donde me inclinaría con la idea de que me estoy volviendo loca.

Al acercarme al callejón, escuché unos sollozos como si se tratará de un perro herido, así que me puse cerca de la pared y al ver a lo lejos cerca de la sombra de la luna un bulto negro respirar de manera agitada me hizo darme cuenta que lo que acababa de ver hace unos minutos correr en el techo se encontraba a unos metros de mí.

Con valentía consumida por miedo a la vez, me acerqué a la bestia negra, la cual no se movía y solo sollozaba; antes de poder acercarme el pelaje negro fue lo que descubrí primero hasta que la criatura le dio media vuelta a su cabeza hasta mirarme.

Apenas se pudo levantar cuando empezó a gruñirme como si me advirtiera a no acercarme a él. Pero aunque mi intención no era mala, me di cuenta que solo se trataba de un perro herido, el cual en la parte de su estómago estaba goteando de sangre y aunque intentará defenderse, pronto una de sus patas fallaron y se inclinó en el suelo gruñendo de una manera dolorosa y molesta.

Me acerqué unos pasos más y de nuevo el escalofrío de miedo apareció en mi cuerpo al ver como el animal mostraba sus filosos colmillos y de cómo una pizca de saliva salía de ellos como si tuviera rabia.

—Tranquilo muchacho... tranquilo. —Me fui acercando paso a paso al perro. —No te hare daño. —Le dije suave.

Al estar a un metro de él, empecé a alzar mi mano para acariciar su cabeza y aunque dio unos pasos hacia atrás, dejó de gruñirme para luego darme una mirada fría pero relajada.

Sus ojos no dejaban de verme y cuando acerqué mi mano a su cabeza, ya no hizo caso omiso a sus gruñidos, solo elevó sus ojos y se me quedó viendo mientras lo acariciaba.

Mi cuerpo se acercó a él y pronto intente tocar la enorme mordida que tenía cerca de sus costillas, no me permitió ver más al fondo porque parecía débil, cansado y furioso al sentir dolor.

Me quite la mochila de mi espalda para luego sacar un suéter grueso de lana color beige, pensé en ponérselo alrededor de su espalda y su estómago para retener la sangre y poder llevarlo a un lugar para curarlo.

—Quédate quieto, te pondré esto para que la sangre no siga saliendo de ti.

Ni siquiera intento alejarse o gruñirme cuando se acercó más a mí y permitió que le pusiera el suéter alrededor de su espalda y su estómago, dejó ir unos gruñidos de dolor hasta que le dejé el suéter un poco apretado para no molestarle la herida.

Miro hacia atrás y como si estuviera cansado, su cuerpo calló al sueño hasta poner su cabeza en mis piernas, acaricié su cabello negro y pronto sus ojos me dejaron ver algo increíble que solo sucedió en tres segundos.

Sus ojos amarillos se tornaron azules hasta que el destello del color desapareció para volver a dejar su color normal haciendo que lo mirara de una manera extraña al recordar algo.

—Te pareces a alguien que conozco…

No le llegué a decir otra cosa más cuando un nuevo gruñido se escuchó detrás de mis espaldas y esta vez, el perro que más parecía ser un lobo, abrió sus ojos de manera grande hasta levantar sus orejas y quitarse de mi regazo.

Antes de poder levantarme, pronto un nuevo lobo corrió y saltó hasta mí dejándome ver la furia que mostraban sus ojos, sus patas delanteras quedaron en mi pecho mientras gruñía y me empezaba a ladrar cerca de mi rostro haciendo que sintiera su caliente y agitado aliento para luego yo sentir miedo que me mordiera pero antes de sentir su mordida, se alejó de mí para ver a su compañero, le dio una mirada y se quitó de encima de mí para ayudarlo a levantarse y luego esperar a que llegará a mantenerse de pie unos segundos hasta ver como ambos corrían alejándose del callejón, pero el lobo que contenía mi suéter se me quedó bien por un momento hasta que desapareció yéndose detrás del otro.

Aún con los nervios en punta, me levanté de mi lugar y sacudí mi ropa para empezar a ingerir todo lo que había sucedido hace unos minutos y aunque me seguía sin creer que ese destello azul apareciera de manera repentina en los ojos de aquel lobo, algo en mí hizo que me recordará a alguien y no solamente por sus ojos sino que por su mirada.

Solo esperaba que me estuviera equivocando y no pensará que ese lobo es Adrién.

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