Mundo ficciónIniciar sesiónLa más emocionada por volver a ver a Ethan en la casa era Emily, pues la chica tenía un enamoramiento secreto por su cuñado. Siempre le había parecido el hombre más perfecto del mundo, aun si no tuviera dinero.
Ella podía ver cómo trataba a su hermanastra con amor y devoción, y deseaba que algún día un hombre la mirara de la misma manera cuando lograra casarse.
Todos en la sala guardaron silencio al escuchar a Ethan entrar. Había usado una de las llaves que el abuelo le había dado por si alguna eventualidad ocurría. Claro está, era la primera vez que hacía uso de ella.
—De lo que más me avergüenzo es de haber propuesto y permitido que fueras tú quien se casara con un joven como Ethan —dijo el abuelo mientras hacía retumbar su bastón contra el suelo, lanzándole una mirada severa a Dahia.
—Pues abuelo, ahora puedes hacer lo que quieras, porque me voy a divorciar de ese pobretón y, por fin, estaré con un hombre de verdad. No con ese imbécil que no sirve para nada —Dahia no mostraba ni un poco de compasión por Ethan, quien, durante sus dos años de matrimonio, había hecho hasta lo imposible por enamorarla.
Todo aquello fue escuchado por Ethan y Niko, quienes ya estaban en el umbral de la sala, pues la casa no era demasiado grande.
A Ethan le dolieron las palabras de Dahia, pero no se pondría a rogarle a una mujer que no sabía valorarse, y que, a la primera oportunidad, lo había cambiado por alguien con dinero.
Con un silbido, Ethan terminó de entrar a la habitación. Su mirada se posó en la pequeña Emily; hacía tiempo que no la veía. Notó cómo se sonrojaba bajo su atención y decidió apartar la vista.
Internamente, Emily se avergonzó. Cerró con fuerza los ojos y se reprendió a sí misma.
—Emily, por favor, no seas tan obvia. Es increíble que aún te guste el patético de Ethan —las palabras de Dahia dejaron un silencio helado en la sala; todas las miradas se posaron sobre la joven.
—Dahia, cierra la boca. En este momento no estamos para tus bromas. El asunto es muy importante —las palabras de Caín, el abuelo, hicieron que Dahia soltara una risa sarcástica.
—¡Oh, vamos, abuelo! No me digas que nunca te diste cuenta de que Emily está enamorada de mi marido. Bueno… dentro de poco, exmarido. Por fin podré botar la basura, y esta inútil se puede quedar con él. Al fin y al cabo, serían el uno para el otro —las burlas de Dahia hicieron que Emily bajara la cabeza con lágrimas en los ojos.
Pero para Ethan fue una revelación. Aún procesaba las palabras que acababa de escuchar. Volteó hacia la chica, notando la pena en su mirada y las lágrimas asomándose. Estaba bien que Dahia lo humillara a él, pero ahora sí se había pasado de la raya.
—¿Qué? ¿No me digas que viniste a rogarme para que no te deje? —preguntó Dahia con burla, tomando la mano de Dael, quien se había mantenido en silencio, observando todo.
—Ja, ja, ja… —la risa ronca de Ethan les puso los pelos de punta a todos en la sala, excepto a Niko, quien ya sabía el plan de su amigo. Claro que él disfrutaría ver cómo Dahia, la mujer altiva, terminaba rogando como la perra que realmente era.
—¿De verdad te crees mucho, no, Dahia? —preguntó Ethan con una sonrisa fría—. Querida mía, déjame decirte que, por mucho cariño que te tuve, tú misma te encargaste de destruir todo lo que alguna vez sentí por ti.
La sonrisa de superioridad de Dahia se desvaneció. Había pensado que vería a Ethan suplicando y rogando que no lo abandonara, lista para burlarse de él. Pero no era así.
—¡Ya basta! —gritó Caín—. Ethan, hijo, sé que lo que estás viviendo es muy difícil, así que voy a respetar la decisión que tomes. No me voy a entrometer más en tu vida. Yo sé quién eres y lo que vales, así que… es todo lo que puedo hacer.
Ethan no estaba enojado con Caín, pero sí decepcionado. Había querido hacer las cosas a su manera, y esa era la forma en que Dahia le pagaba.
—Abuelo, lo sé muy bien. Y aunque aún no es el momento para eso, te voy a recompensar muy bien por tu apoyo y tu ayuda —las palabras de Ethan hicieron que Caín soltara un suspiro, mirándolo con resignación en los ojos.
—Estoy aquí, y el motivo me imagino que ya lo sabes —dijo Ethan mirando significativamente a Dahia y Dael—. Niko, por favor, dame los papeles del divorcio. Necesitamos volver pronto.
Las palabras de Ethan, lejos de enfurecer a Dahia, provocaron que una gran y brillante sonrisa se dibujara en sus labios.
Emily, quien había mantenido la mirada baja todo el tiempo, la alzó por fin. Sus ojos profundos se cruzaron con los de Ethan, y todos en la sala notaron el intercambio.
—Vaya, no me digas que ahora vas a recoger la basura que dejaron mi difunto esposo y esa mujer colombiana —dijo Lourens con veneno en la voz.
—Espero que sea la última vez que tratas a Emily de esa manera —las palabras amenazantes de Ethan hicieron temblar a todos los presentes; nadie esperaba que la defendiera, y mucho menos él.
El corazón de Emily comenzó a latir con fuerza, pero no dijo nada. Solo podía sentir la mirada intensa de Ethan clavada en ella.
—Dentro de poco volveré a ser un hombre libre, así que, si decido casarme con Emily, será mi problema —eso fue todo lo que dijo Ethan, dejando a todos sumidos en un silencio absoluto.
—Por favor, hijo, te ruego que no desquites tu ira con alguien inocente como Emily —habló Caín con voz temblorosa, las manos entrelazadas; nunca se perdonaría si su querida nieta sufría algún daño.
—Abuelo, no tienes de qué preocuparte. Me conoces más que nadie. Nunca le haría daño. La convertiré en mi esposa para amarla, adorarla… y con ella no tendré secretos —comentó Ethan con firmeza.
Tanto Caín como Nikolay se miraron entre sí y se dieron cuenta de que Ethan hablaba en serio.
Niko tragó en seco y se atrevió a preguntar:
Ethan lo miró sin vacilación.
Ethan les dedicó una sonrisa sádica a Dahia y Dael, quienes temblaron al notar el cambio en él.







