Mundo ficciónIniciar sesiónEthan y Niko no esperaron mucho tiempo para ir a la casa de Dahia a llevar el documento. Lo que más quería Ethan en ese momento era por fin salir de ese matrimonio que pensó sería “hasta que la muerte los separara”.
La verdad, ahora veía que todo siempre fue una burla. Se casó enamorado de Dahia; de verdad creyó que era diferente y especial. Qué ridículo. No era más que eso: un estúpido ridículo.
Mientras ellos iban de camino, Dahia y Dael salían de un lujoso restaurante riendo y disfrutando de su amor, pues Dahia pronto se divorciaría y ya no tendría que rendirle cuentas a su abuelo sobre ese patético matrimonio.
Ahora que tenía a un hombre rico a su lado, su familia vería de lo que una mujer como ella era capaz: conseguir un buen hombre, y no un pobretón que no tenía dónde caerse muerto.
—Papá, te dije desde un principio que esa pequeña perra iba a arruinar todos nuestros planes. Es mejor que se case con el viejo Cael, es más digno para ella. Nos va a beneficiar más estando casada con ese viejo; así, cuando él muera, todo su dinero pasará a ser de esta pequeña bastarda. Y después de haberla criado por tantos años, ese dinero nos pertenecerá —hablaba la madre de Dahia, Lourens, quien nunca había querido a la bastarda de su marido en su casa.
Pero, ¿quién iba a pensar que su esposo se enamoraría tanto de esa mujer como para tener una hija con ella, y que después de su muerte la traería a vivir en su casa?
— ¡Cállate! ¿Qué estupidez estás diciendo? Todo está arruinado por la inepta de tu hija. No ve más allá de su nariz y solo le importa gastar el dinero que, sabes muy bien, no tenemos. ¿O es que mi hijo tiene que matarse trabajando para complacer a esa inútil?
El viejo mayor de los Jaker no gustaba ni de Lourens ni de Dahia, pues siempre había visto la mala clase que tenían, y no como su querida Emily, a quien de verdad no le importaba si los hombres tenían o no dinero. La muchacha trabajaba y estudiaba duro para salir adelante.
Después de un tiempo, Dahia y Dael llegaron a la modesta casa de los Jaker. Dahia quería dar la noticia de que estaba saliendo con el heredero de los Jones; así ya no tendría que vivir más con Ethan y, por fin, podría tener un poco de dinero en su familia.
Los dos llegaron en un lujoso auto que enseguida fue visto por la familia, ya que la pequeña sala tenía un ventanal que daba hacia la terraza. Cuando vieron a Dahia salir del auto, el viejo dio un bufido de enojo.
—Ahora te das cuenta… ¿Para eso es para lo único que sirve tu querida hija? No es más que una golfa.
—¡Papá, no puedes decir eso de tu nieta! —Lourens estaba furiosa, pero no quería hacerlo enojar más, así que solo siguió observando mientras su hija caminaba tomada de la mano con el joven.
Cuando los jóvenes llegaron y entraron por la puerta, Dahia logró ver a toda su familia reunida en la sala. Entonces su sonrisa se volvió aún más grande y brillante.
—¡Hola, my family! Les presento a mi novio, Dael Jones. Él es el joven heredero de los Jones y la persona con la que quiero estar. La verdad, por ustedes no había insistido en divorciarme del inútil de Ethan, pero ya me tenía tan aburrida la clase de vida que me daba, que me daba un poco de asco… —Dahia no logró terminar de hablar cuando el fuerte ruido de una taza rompiéndose la hizo saltar de su lugar.
—¿Crees que el dinero lo es todo en la vida, cabeza de chorlito? —el abuelo gruñó. Algunas veces se le escapaban expresiones que escuchaba de su querida Emily, ya que ella era de ascendencia colombiana por parte de su madre.
Todos en ese momento se quedaron en silencio. Aunque Dahia quería decir algo, la mirada que le lanzó su abuelo la obligó a mantener la boca cerrada.
No veo la hora en que este viejo decrépito por fin pase a otra vida. Los pensamientos que Dahia quería gritar los tenía que mantener ocultos. Tenía que divorciarse de Ethan lo más rápido posible. No podía tirar a la basura al hombre que se había fijado en ella. Solo con tentarlo en la cama lograría convertirse en la señora Jones, cueste lo que cueste.
Todos alcanzaron a ver el gran auto negro que se detuvo frente a la casa. Parecía valer incluso más que aquel en el que Dahia y Dael habían llegado.
Sin duda, ese momento sería memorable, y más aún para Dahia, que no podía creer lo que sus ojos estaban viendo. Pero para ella, Ethan no era más que una basura. Si llegaba en un auto como ese, claramente quería aparentar algo que no era.
Quien sí estaba emocionada por dentro era Emily, pues era un secreto a voces que estaba enamorada de su cuñado. Pero él nunca la vería como la mujer que era. Ella, de cabello negro por herencia materna, ojos castaños y algunas pecas en las mejillas, tenía un buen cuerpo, aunque no la figura de su hermanastra, que se había hecho varios retoques a lo largo de los años.
Por eso, pensaba Emily, Ethan solo tendría ojos para Dahia. Ella siempre sería un cero a la izquierda en comparación con su hermanastra.
Y, sin duda, Ethan siempre sería su amor imposible.







