NARRADORADrakkar le advirtió a la curandera, que ya había recuperado su forma humana.Gertrudis y Nana no tenían tampoco a dónde regresar.—Bien —ambas dijeron y fueron conducidas al fondo de la cueva, por una muy bien camuflada grieta.Drakkar apartó la cortina de hojas que habían tejido para confundir los aromas.Pasaron a través del pasadizo y ambas mujeres llegaron a un mundo nuevo.A través de la red de cuevas, habían descubierto una caverna con respiradero, libre de los gases y el calor.No solo tenían termas calientes para el baño y hervir hojas, también chozas mejor elaboradas con pieles, huesos y madera.Lo mejor de todo, cazaban a criaturas poderosas a pesar de ser pocos guerreros, pero nada se podía enfrentar a sus nuevas armas.Gertrudis se abstuvo de preguntar. Sobre todo por las miradas hostiles que le daban las mujeres que se encargaban de cincelar los moldes de piedra.Todo este desarrollo lo había traído Lyra en solo unos días.Le contó a todos que la daga la hicier
NARRADORASu boca hambrienta no resistió más y fue a comerse la de su hembra.Movió los labios sobre los suaves de Lyra, los chupó entre sus dientes y metió la lengua para probarla.Lyra lo empujaba del pecho y Drakkar daba pasos atrás, sin perder la conexión, hasta que fue acorralado contra un árbol.Bajó su mano grande y la metió bajo la falda de su mujer.Respirando agitados, moviendo sus bocas y penetrando sus lenguas.Los dedos callosos acariciaron a lo largo de la hendidura mojada, la braga empapada en deseos; se colaron por el borde, llegando a los pliegues resbalosos y el clítoris palpitante.Lyra gimió en su boca al ser provocada y manoseada de manera tan erótica.Drakkar movía su clítoris en círculos deliciosos que la hacían vibrar.Acariciaba entre los pétalos vaginales y sumergía su dedo del medio, masturbándola y dilatándola.Drakkar metió la cabeza en el hueco de su cuello, aspirando el dulce aroma, gruñendo bajo por los movimientos vigorosos de la mano de su mate.El pe
NARRADORAEl Alfa vencedor esperaba entre las ruinas de lo que fue la manada Valle Fértil.Su mirada sombría, su sed de venganza no se apagaba.¿De dónde salió esta arma?Se volvió a preguntar, observando la daga en su mano.El dolor de perder a su hijo se entrelazaba con la codicia. Ninguno de estos ignorantes parecía saber cómo hacerla, pero su gente le habló de una mujer peliblanca y otro macho que aquí no estaba.—Señor, hemos encontrado un rastro cerca de aquellas montañas —el guerrero llegó a darle la noticia, señalando en una dirección. Eran expertos en rastreo y conquistas.—Prepárense.*****Al otro día, apenas el sol despuntó en el horizonte, Lyra, Drakkar, Gertrudis y Nana emprendieron el camino hacia el pasaje intrincado.La gruta escarpada y oculta que los metió dentro de una cueva oscura.“No teman, aquí no se atreven a entrar las bestias”Les dijo, avanzando al frente en su forma de loba mientras cargaba a Nana.La enfermedad de Nana era más del corazón que del cuerpo
NARRADORAEn la mente de Lyra, el lobo que la salvó en la jungla, se coló a su mundo interior, rondando a Aztoria, que lo miraba fascinada.Ella era una Alfa grande, pero su compañero le sacaba varias cabezas.Se olfateaban y lamían, se reconocían como dos mitades de un todo.“Soy tu mate, pequeña. Mi nombre es Khalum” le dijo, acariciando su morro.Repentinamente, ese lycan salvaje cargó en sus brazos a Lyra, que se sintió tan pequeña contra la suavidad del amplio pecho.“No llores, mi hermosa Lyra, te acompañaré a tu casa”, la voz de Drakkar se vertió en su corazón.¿Por qué Drakkar se veía ahora como un lycan?¿Ya estaba curado de su maldición al absorber esa rara magia?Lyra no entendía qué tipo de combinación era esta, pero se acurrucó contra él, cerrando los ojos para tomar fuerzas.Su aroma, su calor, su protección, todo la rodeaba y la hacía suspirar.“¿Por qué te ves así?, como un lycan”, escuchó que Aztoria le preguntaba a Khalum.“¿Un lycan?” giró la cabeza esponjosa a un l
NARRADORAVio a su hombre de confianza, siendo arrastrado por una enorme loba blanca que lo sacudía como un muñeco, luchando encarnizadamente.El otro guerrero también se abalanzó a ayudarlo y el Alfa pensaba acorralarla,pero una sombra blanca y negra se precipitó a su lado derecho.Dio un salto atrás, salvando el cuello por un centímetro.Se transformó para enfrentar al gigantesco lobo indomable de Drakkar.Aun sin su modo de “guerra”, era un espécimen a temer.El lobo del Alfa se vio enredado en una lucha que duró demasiado poco.Khalum llevaba esa energía oscura y violenta, necesitaba liberarse de esa rabia.Destrozó entre sus dientes al Alfa, desgarró su garganta hasta verlo morir desangrado sobre la hierba.Se abalanzó a ayudar a su hembra, que para el caso, ya estaba finiquitando al último guerrero.En medio de cadáveres y el líquido carmesí goteando de sus caninos, Aztoria y Khalum se restregaron y rodearon.Se acariciaron como una escena apasionante y sanguinaria.Cuando los
NARRADORA—Su… Su majestad…Los sacerdotes se inclinaron, mirando a través de la enorme cortina la silueta del hombre al otro lado, sentado en el sillón.La figura del Rey Lobo siempre había sido rara.Pero hace un tiempo estaba más extraño y misterioso que nunca.—Habla —la voz fría se escuchó desde el interior, distorsionada y opresiva.—Trajimos la lista de las candidatas a novias para el torneo de la Reina… espero que sean de su agrado…El sacerdote extendió las manos con el pergamino, hasta con miedo de perderlas.La túnica de seda, pegada a la espalda con el sudor frío corriéndole por la columna vertebral.—¿Quién te autorizó a hacer un torneo?Ni siquiera hizo falta que el Rey levantara la voz, se arrojaron al suelo temblorosos.—Su… su alteza… usted me dijo que cada seis meses… yo pensé…—¿Acaso te tengo aquí para pensar nada? —la temperatura iba bajando en la sala, parecía que una mano se cerraba en torno a sus cuellos.Comenzaron a disculparse y a hacer reverencias como unos
NARRADORAA medida que Lavinia era perfumada y su cabello castaño peinado, iba apretando más y más los dientes, escuchando todas esas perversidades.Ese tipo lo que se merecía era que le cortaran las pelotas, ya se encargaría ella de eso después de robarle su magia.Fue sacada al pasillo con una pesada capa tapando su desnudez, caminando en silencio por los opresivos corredores hasta un salón donde todas las candidatas se reunían.Los candelabros del techo arrojaban una luz suave sobre los rostros maquillados y nerviosos.Se miraban y medían sus posibilidades. Algunas tímidas intentaban esconderse entre las sombras de las esquinas.Lavinia solo trataba de utilizar la poca magia que le quedaba para buscar por los recovecos de este castillo infernal.Sin embargo, algo de repente llamó su atención desde el segundo piso y subió la cabeza.A través de unas cortinas oscuras alguien la miraba, lo podía sentir.Sus ojos castaños deseaban atravesar las tinieblas. ¿Sería ese pervertido del Rey
LAVINIA Todos los músculos estaban contraídos, mis manos sudaban y mi corazón latía errático en mi pecho. Miraba al suelo, pero mis sentidos estaban pendientes al hombre inclinado detrás de mi cuerpo. Sus manos frías rozaron las mías y sentí el vibrar de una corriente. No sé, había algo que me resultaba conocido, pero ¿en qué sentido? Intenté que mi poca magia circulara para explorar al Rey, pero un escudo de energía lo bloqueaba y ocultaba.No podía pasar más allá. —Mmnnn —me estremecí cuando su respiración sopló dentro de mi sexo.Me estaba oliendo como un lobo y eso me hacía sentir avergonzada. Deseaba imaginarme el rostro grotesco de un anciano libidinoso para que me diera más asco, pero mi mente no estaba funcionando como yo quería. —Sshh —algo mojado y suave lamió desde mi clítoris hasta la entrada de mi estrecha vagina. Lo hizo varias veces, siseando y salivando. Mi trasero tenso, mis hombros temblaban, luchaba por levantarme, pero algo me presionaba. Era como si una