348. UNA MATE A LA FUGA
THERON
Lamí la marca temporal de su nuca, sintiendo sus ronroneos mientras bebía de mi sangre.
No parecía hacerle daño y, más bien, esos sonidos eróticos que escapaban de sus succiones me decían que le encantaba mi esencia.
Rodeé un poco de lado, llevándola entre mis brazos y acomodándonos.
Besé su cuello y olfateé su cabello húmedo.
Me sentía demasiado bien para describirlo, pero deseaba más.
Nuestro vínculo no era permanente, ella no pertenecía a mi raza y su espíritu animal no poseía tanta consciencia como mi lobo.
Era solo una forma mágica, más salvaje, un cúmulo de instintos bestiales que nos llamaban.
Tendríamos que encontrar la forma de emparejarnos permanente, supongo que para empezar tenía que conocer su nombre.
—¿Cómo te llamas, mi hermosa leona? —susurré al sentir que su lengua rasposa cerraba las punciones de sus caninos.
Se revolvió un poco, haciéndonos gemir. El grueso nudo se había quedado clavado en su suave interior.
—Espera, nena… aguanta un poco o te va a doler… Ssh