250. A LAS PUERTAS DE LA REBELIÓN
NARRADORA
Marius permaneció unos segundos con la cabeza abajo.
Batallando por ocultar el odio en sus ojos.
—Bueno… al menos pude fantasear con una mujer tan increíble como tú —levantó la cabeza suspirando.
La sonrisa en su boca no le llegaba a los ojos.
—Estamos contigo, Victoria. Odio a los lobos… pero confío en tu justicia. Voy a reunir a los vampiros bajo las cloacas.
Le dijo haciendo una pequeña reverencia y alejándose como un hombre al que le habían destrozado el corazón.
Se marcharían Edgar y él por su cuenta.
Rousse se acercó, saliendo de la protección de los árboles.
La lluvia había cesado y se escurría entre sus ropas oscuras.
—No confío en ese vampiro —dijo en voz baja mientras ayudaba a la Srta. Victoria a ponerse de pie.
Había sido una locura eso que hizo; si su fuerza no era suficiente, podía haber sido arrastrada al mundo de la muerte.
—Lo sé —le respondió con un destello astuto en la mirada—. Mantén un ojo en él, presiento que va a hacer alguna estupidez.
Victoria se le