215. DIME QUE SÍ
VICTORIA
Antes de cualquier protesta, su boca se abalanzó sobre la mía.
Su mano en la mandíbula se apretó haciéndome obedecer, rendirme a ese beso apasionado y profundo.
Me abracé a su cuello y me puse de puntillas.
Lo dejé enredarme la lengua, morderme los labios, saquearme cada suspiro.
Sus manos acunaron mis nalgas, impulsándome hacia arriba, y lo obedecí.
Me dejé cargar, abriendo las piernas y pegándome a su dureza.
Siseamos lujuriosos ante el encuentro de nuestros genitales, ardiendo en deseos.
Me llevo cargada, moviéndose por las aguas.
Pronto fui colocada sobre una de las piedras lisas.
Me incliné hacia atrás, con las manos apoyadas en la roca.
Mientras un lycan dominante se restregaba descaradamente contra mí.
— Ah, ah, ah… —comencé a gemir rítmicamente con sus meneos entre mis piernas.
Sus manos rudas me controlaban agarrándome el trasero, pegándome a él.
No me penetró, pero pasaba su pene endurecido sobre mi coño.
La cabeza gruesa se molía entre mis pétalos húmedos y chocaba