LUCIEN
—Debemos irnos, ella no está muy lejos.
Comencé a seguir a Cristal, los demás venían detrás pendiente de cualquier cosa.
Solo observamos montones de cenizas que pertenecían a esas cosas.
Ni Errick ni yo podíamos percibir el olor de nuestra compañera o de nuestros cachorros, eso nos estaba inquietando.
Caminamos y caminamos y yo ya estaba perdiendo la poca paciencia que tenía.
Observé al frente una montaña de tierra no más alta que nosotros.
La simetría era perfecta, redonda, cubierta de tierra y raíces.
Nos detuvimos justo frente a ella y yo no entendía lo que pasaba.
Cristal se giró para verme, me dio una sonrisa y luego se hizo a un lado.
—Ellos están ahí, tienes que sacarlos, Victoria corre el riesgo de no volver a despertar si tarda más.
¿No despertar?, no me detuve a preguntar, solo saqué mis garras y comencé a rasgar con todas mis fuerzas, la tierra.
Sentía como pequeñas astillas se clavaban en mi piel, pero nada de eso importaba.
—¿Cómo que corre el riesgo