"¡Buenos días, campeón!"
El doctor Andrew apareció en la puerta con una sonrisa radiante. El apuesto médico no dudó en ponerse un gorro de béisbol y una nariz de payaso para alegrar a Richie y hacerlo sentir cómodo durante su hospitalización.
En su mano derecha llevaba un balón de baloncesto y en la izquierda, un gran juego de Lego.
"¡Tío Andrew!"
Richie gritó de alegría al ver al doctor Andrew entrar en su habitación. El doctor Andrew no era pediatra, pero siempre lograba que los niños se sintieran a gusto bajo su cuidado. Especialmente con Richie, un niño apuesto al que el médico consideraba como un hijo propio. El doctor Andrew fue testigo de su crecimiento, de cómo el pequeño pasaba sus días únicamente con su madre.
"¿Cómo estás, cariño? El campeón de tu tío. Mira, te traje juguetes. ¿Te gustan, Richie?".
"¡Guau! ¡Un balón de baloncesto y Lego!", exclamó Richie, aún más emocionado, pues esos eran sus juguetes favoritos.
"Sé que Richie aún no tiene un balón de baloncesto de este